El impacto del Pensamiento Crítico para superar la Contingencia Sanitaria Minerva González Monroy Toluca, México. Una vez implementada la Contingencia por COVID-19, la población mexicana ha enfrentado situaciones que no tenía contempladas; haciendo uso de habilidades como el pensamiento crítico para resolver situaciones personales y sociales, en el caso de la comunidad educativa, los alumnos de media superior demuestran con sus acciones y propuestas que están informados, y que desean colaborar desde donde se encuentran. Algunos de ellos han tenido que salir a trabajar ya que se ha desestabilizado la economía familiar, otros deciden con responsabilidad, colaborar con la comunidad que los rodea. El presente trabajo, pretende mostrar cómo el pensamiento crítico puede impactar en la vida de algunos alumnos de nivel medio superior, los cuales pertenecen a comunidades semiurbanas, procedentes de los municipios de Zinacantepec, Zacahualco, La cañada, San Lorenzo, San Francisco, Santa María, San Cristóbal, San Juan y Tabernillas, en el Estado de México. Se trata de un grupo de 51 jóvenes a los cuales se les envió un cuestionario para conocer cómo el pensamiento crítico puede ayudar enfrentar las consecuencias de la contingencia sanitaria. En la tabla 1 se encuentra el referente al contexto familiar donde se identificaron los siguientes rasgos: Tipo de familia Nivel socioeconómico Nuclear Monoparental Extensa/ Viven con otros familiares. Alto Medio Bajo 40 8 3 7 22 20 Tabla 1. Tipo de familia y nivel socioeconómico de los alumnos objetos del presente estudio. El nivel socioeconómico se determinó con las especificaciones de un formato estandarizado por el departamento de orientación educativa del Bachillerato General. Para abordar los resultados del cuestionario aplicado, es importante recordar algunos conceptos como el pensamiento, tal como lo menciona Victoria Jara (2012) “es un reflejo de la realidad en tanto se perciba el objeto real y se concretice lo visualizado… se visualiza solamente en la mente de quién lo piensa” (representación mental), como producto social, relacionado con el contexto en el que se presenta. Una vez que se percibe determinada realidad mediante el sistema de constructos, “los constructos se van consolidando en el intercambio cotidiano con el medio… son una mezcla de conocimiento, afectividad y acción… son permeables a las nuevas experiencias y acontecimientos (págs. 55, Kelly, 1955 en Jara, 2012) es decir lo que se vive cada día, se considera apropiación del pensamiento, entonces, podemos pasar al siguiente nivel: el pensamiento crítico, donde el sujeto no sólo va a realizar representaciones mentales, sino va a reconstruirlo a través de la reflexión (Jara, 2012), o cómo lo señalan Richard Paul y Linda Elder (2007) “El pensamiento crítico implica aquel que tiene un propósito claro… cuestiona la información. Se empeña en ser exacto, preciso y relevante. Busca profundizar con lógica e imparcialidad. Para Robert Ennis (2018, pág. 92 Citado en Bezanilla et al.) el pensamiento crítico es un proceso complejo que implica tres dimensiones: lógica, criterial y pragmática (decisión para construir y transformar el entorno). Pensar críticamente no sólo es reflexionar acerca de un problema sino hacer propuestas para resolverlo y prevenirlo, tal como se ha venido trabajando a lo largo de las diferentes etapas de desarrollo en los diversos contextos educativos, por los que el niño transita hasta convertirse en un adulto; se ha tenido cuidado de desarrollar el pensamiento en el contexto educativo. Partiendo de la educación preescolar donde se plantean aprendizajes que el educando pueda utilizar en sus actividades cotidianas, fomentando el pensamiento, cuestionando, comparando, etc. (SEP, 2015), en la primaria se espera que al término de la misma sea capaz de analizar situaciones, identificar problemas, proponer soluciones y tomar decisiones (SEP, 2009), en la secundaria se espera que argumente, razone y emita juicios (Subsecretaría de Educación Básica, 2019) hasta que en el nivel medio superior, se plantea que favorezca la convivencia y el diálogo con respeto a la diversidad, que colabore de manera constructiva, busque entender su entorno, regule sus emociones, cuide de su salud y piense de manera crítica, entre otros (SEMS, 2020) dando lugar a un ciudadano responsable y activo ante la sociedad que lo rodea. Los datos arrojados por los cuestionarios aplicados reflejaron que los jóvenes se sienten cómodos con el aislamiento, debido a que han tenido oportunidad de relacionarse mejor con sus familias a través de la convivencia y esto los ha mantenido unidos; consideran que se han beneficiado con la situación desde el punto de vista en que pueden cumplir con sus actividades académicas, además de participar en las labores de su hogar realizando tareas de limpieza y reparación. 91% de los jóvenes permanecen en casa, y los que tienen que salir, lo hacen por cuestiones de trabajo. El 100%, sigue las indicaciones de seguridad para la cuarentena: sana distancia, uso de gel y cubrebocas entre otros (Secretaría de Salud, 2020) ya que desde su punto de vista es importante cuidarse y cuidar a las personas que los rodean, es según la mayoría, una manera de contribuir con la sociedad siendo solidarios; es decir, están informados, atendiendo y entendiendo las implicaciones de sus acciones con sus respectivas consecuencias, lo que demuestra que están empleando el pensamiento crítico, algunos dicen estar conscientes de los privilegios que tienen y de su deber con su familia, hacen lo posible para cumplir con sus responsabilidades e incluso muestran su deseo de colaboración apoyándose para enviar las actividades que solicitan los docentes, le dan un propósito a sus acciones y si es necesario buscan información para complementar sus saberes encaminando sus acciones a la reconstrucción de su entorno, esto además de volverlos pensadores críticos promueve su resiliencia, entendiendo la resiliencia como la capacidad de adaptación ante las adversidades (riesgos reales) (García del Castillo, García del Castillo, López, & Díaz, 2016) y su habilidad para resolver problemas que enfrentan en la realidad. Retomando que la convivencia con su familia les ayuda a fortalecer su autoestima impulsándolos a emplear sus habilidades al grado de sentirse motivados, valorando la convivencia social. Podemos decir que estas habilidades son palpables en el caso del grupo estudiado, el cual, está potencializando sus