Graduados 2024: Colorín colorado nos vamos a primer grado

Es tiempo de graduaciones, y si bien es cierto que hace más de 200 años se empezó a celebrar estas ceremonias, actualmente se han convertido en un momento único en cada familia, en cada persona, en cada historia de vida. Hablaremos de aquellas graduaciones que son las que marcan los recuerdos de los primeros años, de aquellas en las que parecía que vivíamos en un ritmo temporal diferente al resto, donde el tiempo solía pasar lento y el periodo vacacional de verano parecía eterno; las graduaciones de preescolar. Al término de esta experiencia educativa los niños y niñas tienen la posibilidad de cimentar la primera base para  favorecer su personalidad, autopercepción, lenguaje, desarrollo sensorial y motor, afectivo y social, que será sustancial para su formación académica consecutiva. La educación preescolar se convierte en sus primeros pasos a su autonomía, donde su mundo se hace más grande y se encuentran ante confrontaciones de diferentes índoles, que desde un mundo adultocéntrico pueden carecer de valor. Sin embargo, el miedo de alejarse de casa y de quienes cuidan de ti, la frustración de no lograr comprender las reglas y normas, la probable negación a compartir, la presión por entender los contenidos curriculares, el sentirse perdido entre esos contenidos, y muchas más experiencias, hacen realmente repensar el valor que tiene este primer logró educativo. La curiosa aprehensión que tienen del mundo, los significados que le atribuyen, su capacidad de asombro, y de honestidad, son algunas propiedades que caracterizan el peculiar mundo infantil. Donde las respuestas a cualquier pregunta, sin duda, son las más integras, de modo que, en entrevista con algunos de los graduados de un preescolar del Estado de Tlaxcala, nos compartieron que ante la celebración de su graduación se sienten: Triste porque no veré a mis amigos, y alegría porque estoy creciendo (Astrid H. C.)”. “Siento que ya no voy a estar con mis amigos, que voy a extrañar a mis amigos, siento que ya no voy a estar feliz, triste porque ya no estaré con mis amigos, voy a extrañarlos y a mi maestra, (…) y un poco de miedo de la primaria (Ian V. G.)”. “Me siento feliz porque ya me voy a la primaria, pero un poco triste porque voy a extrañar a mi miss y no me gustan las vacaciones porque no veré a mis amigos y quiero jugar con ellos a los poderes. (A. Sam A. H.)”. Y en paralelo, sus mamás y papás expresaron con relación a la graduación de sus hijos e hijas que se sienten: (…) un conjunto de emociones que se tejen y reconfiguran. Por un lado el inevitable recuerdo de mi propia infancia y la transición ritualistica de un paso a otro. Y por otro lado, la experiencia como padre admirado y sorprendido por el crecimiento de mi hija, nostalgia por aquellos momentos en donde ir por ella al preescolar parecía nunca acabar, mientras ella y yo hablábamos de un tema corto en tanto llegábamos a casa. (…) su primer y último día; la emoción de su primer día, y paralelamente, el recuerdo de su alegría, así como sus últimos juegos en el preescolar en este día. Veo en ella, con alegría su capacidad para poder comunicar sus emociones mediante gestos, como, una carta, y un dibujo, que hablan de su estilo y propia trascendencia. Si bien, la pregunta es, qué siento… no puedo dejar de pensar-sentir en todo esto. Lo que me lleva a tratar de decir sin más: me siento orgulloso y emocionado por los retos que le esperan, sabiendo que disfrutaré junto con ella su nueva etapa (Papá de Astrid). Me siento satisfecha porque mi pequeño adaptó sus habilidades y su carácter a la etapa que acaba de culminar, pero al mismo tiempo me siento triste, porque mi pequeño ha dejado esa etapa en la que, pues, como niños pequeños demuestran con más emoción su amor, sus cariños, sus demostraciones de afecto, hacia mí o hacia papá, en la que poco a poco empiezan a formar su carácter, empiezan las cohibiciones, empieza cierto tipo de actitudes que adoptan de sus amigos, y que muchas veces pues no son las indicadas con su edad, sin embargo, pues entendemos que solo estamos como acompañantes de esta nueva etapa en su vida, y también como guías para que puedan tomar las mejores decisiones que se puedan para su futuro (Mamá de Ian). Son sentimientos contradictorios, sin duda estoy muy feliz porque terminó esta experiencia educativa, y más porque aprendió a expresarse, a socializar, a apalabrar el mundo, un reto que nos costó muchas tardes de estudio. Pero también me siento melancólica porque Indudablemente está dejando atrás a la niña pequeña que siempre disfrute, con su inocencia y ocurrencias. Y ciertamente ahora mis preocupaciones aumentan porque cada vez más y más se expone a la sociedad y solo me queda seguirla educando, amando y enseñándole con base a valores el cómo enfrentarse a los retos del futuro, gracias (Mamá de Sam). Como hemos podido apreciar, los sentimientos de las y los graduados así como de sus padres y madres, coinciden en una dicotomía muy peculiar; felicidad y añoranza, de los momentos, experiencias, de las personas y recuerdos que se han sumado hasta ahora a largo de sus vidas. Notoriamente las graduaciones sin importar el nivel educativo, son conmovedoras, empero, las graduaciones de preescolar son aquellas que marcan la infancia, en donde muchas de las cualidades propias de esta edad con el tiempo se transforman, dejando solo recuerdos de lo que un día fue ser niñas y niños. Es tiempo de graduaciones, es tiempo de celebrar los logros no solo educativos, sino, logros de vida, de superación y de crecimiento, ¡enhorabuena!
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