Política

UDLAP destaca la importancia de la participación de los jóvenes en las elecciones

“Según datos del INEGI, prácticamente el 30% de nuestra población se encuentra entre los 15 y 28 años, lo que nos demuestra que 1 de cada 3 personas en nuestro país es joven, (entonces) puede ser definitorio el resultado de las elecciones si los jóvenes deciden salir a las urnas a dar a conocer su opinión”, expresó Pablo Tajonar, estudiante de Relacionales Internacionales de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP). Sin embargo, se ha visto un gran desinterés entre los jóvenes por participar de alguna forma: votando, opinando, siendo parte del proceso; por ello la Universidad de las Américas Puebla emprendió un programa de acercamiento de sus estudiantes con la política, a fin de alentarlos a interesarse por este tema. Parte de este programa se dio con Diálogos universitarios: Relevancia de la participación de las juventudes, mesa de discusión en donde participaron los estudiantes Pablo Tajonar, Anahí Arcega, Nohemí Obaldía, y Rafael García, así como Wendy Osuna, (vocal de Capacitación Electoral y Educación Cívica de la Junta Local Ejecutiva del Estado de Puebla); siendo moderada esta actividad por Ricardo Cartas, consejero electoral del INE en Puebla. Aquí los participantes hablaron de las propuestas de los candidatos, del impacto de los jóvenes en estas elecciones, de lo poco que se sienten representados frente a los políticos actuales, de no estar informado y de la importancia del uso de redes sociales, parte crucial porque “los jóvenes somos movilizadores naturales en este siglo, por lo tanto podemos hacer lo mismo con el voto y la defensa democrática de nuestro país”, pronunció la estudiante de Ciencias Políticas de la UDLAP, Anahí Arcega. Otro de los eventos que se desarrolló en el marco de este programa de acercamiento fue la ponencia que brindó Gesell Tobías, gerente de las plataformas digitales para la Voz de América para América Latina y el Caribe, Cobertura digital en tiempos de desinformación, en donde pidió tener cuidado con creer y compartir un contenido escrito, de audio o de video, pues la tecnología como la Inteligencia Artificial está siendo sido utilizada para crear cosas falsas, que parecen muy reales. Finalmente aconsejó a los jóvenes a “ser escépticos cada vez que veamos algo y buscar múltiples fuentes que brinden la misma información, si hay una sola fuente informando la noticia es muy probable que simplemente sea falsa”. Finalmente, en la mesa Jóvenes creando la agenda política 2024 intervinieron las estudiantes Valentina Herrejón, Patricia Zavala, Itzel Zacatzontetl, Maday Espinosa y Herman Herrera, quienes bajo la moderación de la Dra. Aymara Flores, profesora del Departamento de Pedagogía de la UDLAP, trataron temas como la necesidad de entablar mejores canales de diálogo con los gobiernos; expectativas como generación sobre su futuro económico, político, social y ambiental; violencia de género; seguridad; programas sociales; ciberseguridad; y sistemas de salud y trabajo. Asimismo, se destaca que, una preocupación reiterada en esta mesa de discusión, fue que “actualmente los jóvenes entre 15 y 29 años buscan migrar porque los empleos son mejor remunerados, lo que trae como consecuencia que dejen sus hogares y sus estudios”, señaló Patricia Zavala, estudiante de la interina de Antropología y Relaciones Multiculturales de la UDLAP. Cabe reiterar que estas mesas de diálogo y la ponencia, se dieron bajo la finalidad de hacer comprender y dimensionar el peso de los jóvenes para el próximo proceso de elecciones en México; así como invitar a los estudiantes y egresados UDLAP a formar parte del proceso democrático.  Fuente: [2024-12-abril]. UDLAP. UDLAP destaca la importancia de la participación de los jóvenes en las elecciones. https://blog.udlap.mx/blog/2024/04/12/udlap-destaca-la-importancia-de-la-participacion-de-los-jovenes-en-las-elecciones/

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La importancia de la acción política ante la crisis paradigmática global ¿Esperanza democrática o tragedia?

La importancia de la acción política ante la crisis paradigmática global. ¿esperanza democrática o tragedia? En el presente pareciera que la denominación de “la política” se ha vulgarizado hasta ser muestra evidente de la crisis paradigmática que nos embarga. El fenómeno posiblemente nos remita a una inminente revolución científica que se exige y que posiblemente viviremos a futuro, como bien lo definió Thomas Kuhn (1962) en la segunda parte del siglo XX, cuando describió que las ciencias dominantes comenzaron a resentir los estragos de la complejidad que tanto caracteriza a nuestra realidad, debido a que, tras el espejismo que construyó el paradigma científico desde la modernidad (S. XVI- XVIII) hasta el siglo presente, los problemas transcendentales que ha vivido la humanidad nunca se han resuelto, sino que, por el contrario, se han agudizado en todos los ámbitos: políticos, económicos, científicos y hasta religiosos. La coyuntura actual nos ha permitido observar que la tensión global pareciera arrastrarse desde la crisis económica desatada en 2008, y que ha impactado en terrenos políticos y sociales hasta el presente, dando como resultado la presencia de grandes brechas de desigualdad y de pobreza que ya no sólo se presentan en los países subdesarrollados —como dirían bien los teóricos del desarrollismo— sino en las potencias mundiales defensoras de las democracias liberales (Piketty, 2014). Esto sumado a la aparición de la variable emergente que ninguna ciencia logró advertir ni prevenir, como ha sido la pandemia ocasionada por el COVID 19 desde hace más de un año. En contraste, pese a la emergencia sanitaria que ha llevado a muchos países a obligar el confinamiento en distintos niveles como: Argentina, Colombia, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana, hasta algunos casos de manera radical como: Reino Unido, Italia, Alemania, Grecia, Francia, entre otros (CNN, 2021). No ha sido un impedimento para que la actividad de la sociedad civil se presente en el espacio público, pues como lo consideró Hannah Arendt: es y ha sido fundamental para la trasformación democrática del status quo de la política desde la década de los 60s del siglo XX (Jiménez Díaz, 2013). El ejemplo es claro si miramos a las sociedades en pleno activismo político en España, Italia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, México, Chile, Perú, Colombia, Brasil, por citar algunos casos, ya que pese a las diversas variaciones de las protestas ciudadanas, el caso de Perú, Chile y Colombia, han dado muestra de que aún ante la problemática coyuntural la sociedad sigue siendo crucial para la defensa de la democracia. Los dos primeros países han dado un vuelco a sus políticas predominantes; desplazando los radicalismos de las extremas derechas, o como en el caso colombiano: con el hartazgo de casi dos décadas de gobiernos criminales —desde Uribe a Duque—, siendo los principales responsables de la desigualdad, y del abuso del poder que se evidenció después de las reformas fiscales impuestas en 2021, las cuales, fueron revertidas por la propia sociedad colombiana tras escenarios trágicos que dejaron como resultado muertos y desaparecido. Y es tras este panorama donde podemos reflexionar que el terreno democrático se ha ganado a pulso y con el sacrificio de la vida misma del ser humano desde tiempos inmemorables. El debate ha llevado a teorizar o especular sobre el futuro político de la humanidad a filósofos como el marxista Slavoj Žižek y el culturalista Byung-Chul Han (Reyes y Casco, 2020), quienes se han centrado en mirar si el sentido comunitario surge como respuesta ante el fenómeno actual, o si la defensa de la libertad humana será el motor de los campos de batalla del futuro político. Lo cierto es que la incertidumbre predomina. El pensamiento político nos puede ayudar a comprender dichos fenómenos, tal vez de manera especializada; técnica, instrumental y hasta racionalista, como lo ha intentado hacer la propia ciencia política desde el siglo XX cuando Giovanni Sartori (1996) la fundó con un método y una lógica para distinguirla de las otras ciencias sociales, ya que al paso del recorrido de la historia humana y principalmente el de la historia de las ideas políticas —tanto de la filosofía, teoría y ciencia—, nos ha ayudado a comprender el mundo y las tensiones de la propia realidad humana. Sin embargo, ¿hasta qué punto la misma ciencia debe normalizarse para generar un pensamiento crítico y reflexivo de manera general en la sociedad civil?, ¿es acaso necesario reformar al sistema educativo de países como el nuestro para rescatar a la filosofía, a la ética, al civismo, etc., sin adoctrinamientos impulsados por proyectos nacionalistas disfrazados de soberanistas?, ¿seguiremos mirando la imposición de los modelos económicos fracasados impuestos en la sociedad civil?; es decir, aquellos que exigen que la educación sea técnica, industrial, comercial o económicamente productiva. Aquellas exigencias radicales del mundo moderno y posmoderno que lo único que han evidenciado son los intereses de las oligarquías y las élites dominantes en todas las escalas. Es lamentable mirar que la ciencia en general jamás ha sido pública o abierta. Desde la antigüedad se sabía que el conocimiento y la sabiduría han sido exclusivos para grupos selectos y hasta herméticos. La complejidad de las sociedades heterogéneas que ha construido la democracia en el presente, requiere una comprensión más vasta en donde se pueda insertar valores democráticos vitales para evitar escenarios trágicos que pueden desencadenarse por el endurecimiento de los Estados y los radicalismos de las políticas que tanto han alarmado desde la presencia de la pandemia. El presente devela la inminente polarización que ha tenido el distanciamiento o la desconexión del ejercicio político, fenómeno que puede traducirse en lo que el historiador francés Pierre Rosanvallon (2010) señaló como la crisis de la legitimidad democrática. Esto sin hacer a un lado los destellos de la acción ciudadana en los países antes señalados que, en los mismos términos del académico francés tienen la denominación de actos contrademocráticos (2006). No cabe duda que el pensamiento de la propia sociedad civil se construye desde abajo; es decir, desde los estratos inferiores para hacer frente con la democracia a las formas de

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