ALDEA POTEMKIN – “Bien dicen que más vale suerte que dinero”
Israel Torres Hernández “Claro que no, para ella no significaste nada, fuiste su amante por ocho minutos”. Líneas que refieren al argumento de “El amante de Janis Joplin” (2001), segunda novela del mexicano Élmer Mendoza (1949), la cual obtuvo el XVII Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares. Considerado por Federico Campbell como “el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en nuestro país”, el escritor es catedrático en la Universidad Autónoma de Sinaloa e integrante de la Academia Mexicana de la Lengua en 2011. Su prestigio es tal que el español Arturo Pérez Reverte (responsable de “La reina del sur”) lo menciona como amigo y maestro. Y lo incluyó en su texto como un personaje quien platica con el narrador en una cantina. A continuación un final alternativo para interesar al público sobre el libro en cuestión y la personalidad del autor. Tras la muerte de David Valenzuela, el comandante Mascareño fue condecorado. La prensa de Sinaloa lo distinguió como el policía más eficiente contra los guerrilleros. Fiestas y reuniones con los mandos altos eran constantes. Y su nombre empezó a ser constante en los sectores oficiales porque el presidente Echeverría requería gente como él para deshacerse de las guerrillas de Genaro, Lucio y la Liga 23 de septiembre. Tres días después estaba echándose unos pases con dos del talón cuando Miguel Nazar Haro le marcó. “Ya se le avisará cuándo y con quiénes reportarse, comandante”. Ahora sí, pensó, a tranzar a manos llenas, como dice seguido aquél “Arriba y adelante”. Sin embargo, empezó a oír una voz interna que le hablaba “Soy tu karma, mi compa”. Aquel karma, la parte reencarnable de David, una voz, ahora iba con Mascareño. Al principio creyó que era un mal viaje, por eso se echó unos tragos de tequila y puso el estéreo de su casa. Como las viejas estaban dormidas por tanto alboroto quiso descansar un rato. En eso sonó “Piece of my heart”. ¿A quién le gustan esos gritos infames? Sólo a los greñudos y locos de la universidad. Ni se le entiende a esa gringa. Cuando iba a cambiarle de estación, para poner el partido de los Tomateros contra los Naranjeros, la voz ordenó de inmediato “Adónde vas, valedor; déjala, está muy chida”. Ni tiempo tuvo para sorprenderse cuando le avisaron de un operativo contra el narco. Resultado de una intensa balacera y varios muertos, “el Cholo” fue capturado. Amigo y catcher de David, incluso lo apodó Sandy Koufax, Santos Mojardín ascendió en el cártel porque era atrevido para llevar varios cargamentos hasta Las Vegas. El karma dijo: “Pídele la casota, trescientos mil dólares y unos nombres para los jefes, luego lo desapareces”. Cuando iba proponer el trato, tres sicarios entraron a la procuraduría para intentar el rescate y mataron a todos. Para evitar la tortura Macareño se suicidó. Antes de buscar otra víctima para perderla aquella voz reencarnable repetía: “No se puede confiar en nadie, menos en los de Sinaloa”. Finalmente, “El amante de Janis Joplin” refleja al México norteño de los setenta. Élmer Mendoza describió la importancia del beisbol, rock, narcotráfico, corrupción y familia para esa zona muy distante de la Ciudad de México. Con tal estilo narrativo, una singular estética de la violencia como la ha definido, que le hizo incursionar con éxito en el género de la novela negra con su personaje del detective Edgar “el Zurdo” Mendieta. Un sitio tan conflictivo como Sinaloa sería la Aldea Potemkin si al menos existiera. Autor: Israel Torres Hernández
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