Congreso y el polémico licenciamiento de universidades

David Auris Villegas – davidauris@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-8478-6738 El Congreso de la República, al plantear el licenciamiento definitivo para las universidades peruanas, ha aperturado una discusión en el ámbito académico. Algunos abrazan esta medida con fervor y otros la combaten con vehemencia. No obstante, esta polémica ha oscurecido una verdad fundamental: el licenciamiento es solo para el funcionamiento de las instituciones y la que realmente impulsa la calidad es la acreditación. Según el artículo 13 de la Ley Universitaria 30220, se establece que la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (Sunedu) tiene la responsabilidad de conceder licencias temporales y renovables a las universidades que cumplan con los mínimos estándares de calidad en sus servicios educativos. Aunque este esquema pueda parecer un avance, se esconde una inquietud profunda: una vez acreditadas, las universidades deben revalidar su licencia, pero si fracasan en el intento, ¿de qué sirve la acreditación? Y aún más inquietante, ¿qué destino les espera a los estudiantes en este mar de incertidumbres? En este escenario, el Dr. Edward Roekaert, Rector de la Universidad de Ciencias Aplicadas —única universidad peruana reacreditada internacionalmente— sostiene que el licenciamiento solamente mide los insumos para el proceso educativo, mientras que la acreditación institucional potencia la alta calidad. Este argumento subraya una necesidad urgente para el país: centrarse en la acreditación siguiendo la línea de las universidades estadounidenses, líderes en exportación de conocimiento y tecnología de punta. Por lo tanto, el Congreso aprobó en primera instancia el Proyecto de Ley 8056/2023-CR,  que autoriza a la Sunedu, licenciar de manera permanente a las universidades, siempre y cuando demuestren el cumplimiento de los criterios básicos de calidad. Ahora, luego de este dictamen, centrémonos a debatir sobre los estándares para la acreditación obligatoria en beneficio concreto de la sociedad. En este andar, para realmente elevar la calidad educativa a nuevas alturas, es necesario que las universidades se enfoquen en la acreditación renovable, como lo están haciendo las universidades chilenas con un éxito significativo. Para lograrlo, aprovechemos los aportes de este proyecto y el importante fortalecimiento del sistema universitario y, asimismo, comprometamos a los ocho mil investigadores de RENACYT, para coliderar en todas las universidades, la innovación, la investigación científica experimental y tecnológica en base de la mejora continua. Ahora, lo visionario y estratégico es que el Congreso apruebe inmediatamente una legislación que exija la acreditación obligatoria en el ecosistema universitario, con altos estándares internaciones. Solamente así se podrá desarrollar las competencias de los estudiantes de manera equitativa para construir un país competitivo. © David Auris Villegas Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.

La Universidad es una institución científica

David Auris Villegas – davidauris@gmail.com Aunque los gobernantes, los empresarios y los altos funcionarios no creen, las universidades son instituciones científicas que juegan un rol importante para el desarrollo sostenible de los países. El continente asiático lo viene demostrando. Con investigación e innovación han abandonado el bolsón de pobreza y en la actualidad disputan el liderazgo mundial, mientras los latinoamericanos, vivimos sumergidos en el consumismo tecnológico y nos mantenemos en pie, gracias a las riquezas naturales. Nuestra cultura meritocrática basada en documentos y experiencias vegetativas, ha encumbrado a la docencia sobre la investigación. Así como una limitada exigencia de investigaciones experimentales y tecnológicas a los estudiantes, no contribuye al logro de la transformación de nuestras materias primas en manufacturas. A esto, agreguemos el  0.1 % del PBI nacional destinado a las ciencias y una ausencia de cooperación entre universidades y las industrias nos ha conducido a lo más fácil, llevar a cabo investigaciones descriptivas de poco impacto, en nombre de una fiebre de publicación de artículos para continuar como profesores de investigación. Ante mi discurso, algunas personas me cuestionan de, por qué critico a las universidades y al Estado. Lo hago porque contamos con jóvenes universitarios muy competentes e inteligentes. Solo se requiere un liderazgo científico basado en la innovación y el emprendimiento digital como China, que progresa con mayor poder en el mundo. Esto empuja a que las universidades implementen sus centros de investigación de alto rendimiento y una agresiva cruzada por obtener resultados que apunten a transformar el rostro socioeconómico de nuestro continente. Para que la investigación sea considerada como un pilar de progreso, es imperativo vincular con la calidad de vida y bienestar social. En este derrotero es fundamental que, los 8800 investigadores en el Registro Nacional Científico Tecnológico y de Innovación Tecnológica (RENACYT), asuman un compromiso activo e innovador en todas las universidades y en las industrias en correspondencia con la Ley 30948, de Promoción del Desarrollo del Investigador Científico altamente especializado, promulgada en el año 2023. Si no hay ciencia, no hay futuro, nos alerta el reconocido científico Modesto Montoya. Esto implica poner en la agenda social, la política de la cultura científica desde el gobierno, otorgando mayor inversión en ciencia en todos los niveles educativos, con el objetivo de formar científicos capaces de producir patentes con sus pares nacionales e internacionales.  Finalizo esta reflexión, como en mi anterior columna, es el momento de cambio de paradigma en las universidades y no derrochemos el tiempo en debatir sobre cuando se jodió el Perú o Latinoamérica. Trasladémonos al discurso de los semiconductores, patentes y transferencia tecnológica, como estilo de vida universitaria. © David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.
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