Después de enviar mi tradicional carta a Santa Rosa de Lima, patrona de América, escribo este artículo, convencido de que las bibliotecas, al conservar libros y difundir cultura, actúan como puentes cognitivos y emocionales entre el pasado, el presente y el futuro.
Es una puerta abierta a la educación y a las oportunidades inimaginables que contribuyen al desarrollo de las personas y de la sociedad, en esta era donde el conocimiento, es nuestro activo más importante.
El legendario General argentino, José de San Martín, militar visionario y amante de las letras. Conocedor del legado cultural de la gran Biblioteca de Alejandría, el 28 de agosto de 1821, creó la Biblioteca Nacional del Perú, aseverando que esta institución va a asegurar la causa americana y es tan poderosa como el ejército para sostener la independencia, la libertad y el progreso de las naciones.
Doscientos tres años después de lograr nuestra liberación del yugo extranjero, seguimos librando batallas contra la pobreza, la exclusión y la corrupción para construir una ciudadanía más justa. En este contexto, las bibliotecas juegan un papel crucial, gracias a su poder cultural, que democratiza el acceso al conocimiento.
Enterados del mensaje de San Martín, el Gobierno peruano ha lanzado desde 2022 la Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas (PNLLB) al 2030, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aunque esta política llega algo tarde, si cuenta con el presupuesto adecuado y líderes visionarios, podrá reducir las brechas de aprendizaje.
En especial, puede transformar la vida de muchos niños y niñas en las regiones más desfavorecidas, ofreciendo a cada uno la oportunidad de un futuro mejor. Para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que promueven la equidad, es relevante que implementemos bibliotecas accesibles para personas con discapacidad.
Esto no solo fomenta la inclusión, sino que también contribuye a construir una sociedad más justa. Además, la digitalización de las bibliotecas es un desafío fundamental que nos permitirá llegar a todas las personas y maximizar el impacto de esta institución cultural.
Tomemos conciencia de que la ausencia de bibliotecas está profundizando la inequidad en nuestro continente, que es considerado el más desigual del mundo.
Sin estos centros del conocimiento, perderemos la oportunidad de desarrollar el potencial de muchas personas que han sido ignoradas por un sistema político que favorece a las grandes ciudades en lugar de a las zonas rurales.
El desarrollo humano depende del acceso al conocimiento. Por eso, los Estados deben garantizar el acceso gratuito a internet y establecer bibliotecas digitales y físicas en cada población.
© David Auris Villegas.
Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPC.