La otra escuela El sistema educativo mexicano es un tema ampliamente discutido y que suscita preocupación en la sociedad al menos en el discurso, apariencia o la simulación. A lo largo de los años, ha sido evidente la existencia de múltiples deficiencias en este sistema que impactan negativamente en la formación de los estudiantes. En este breve, pero crudo acercamiento, destacaré algunos puntos clave que resaltan las problemáticas más significativas: el mal sistema educativo, la salud mental de los docentes, los bajos salarios, la ignorancia de los directivos, la protección de lambiscones y el abuso de poder. En primer lugar, el mal sistema educativo en México es una realidad que no se puede ignorar. Se caracteriza por una falta de equidad en el acceso a una educación de calidad, donde las diferencias socioeconómicas y regionales determinan el nivel de educación que los estudiantes pueden recibir. Esta situación se agrava por la falta de recursos y de infraestructuras adecuadas en muchas escuelas, lo que limita el aprendizaje y desarrollo de los alumnos. A ello sumemos las ocurrencias de las mal llamadas “autoridades educativas”, en donde sus frágiles egos los llevan a la constante “reestructura” de los procesos educativos, nuevos nombres a cosas que se hacen igual que hace 50 años, saturación de procesos burocráticos para los docentes, bajos salarios, capacitación que solo sirve para entender esos procesos burocráticos pero no para su crecimiento intelectual y profesional y todo esto solo para no dar continuidad a lo que venía haciendo su antecesor y que aunque haya cosas positivas no deben darle seguimiento porque eso era de la “mala y antigua” administración. Además, el sistema educativo y el bajo prestigio social que tiene sobre el profesorado pone en riesgo la salud mental de los docentes. La presión constante por alcanzar los estándares educativos, la sobrecarga de trabajo, la falta de apoyo y reconocimiento, y el trato desfavorable por parte de algunos estudiantes y padres de familia, pueden generar altos niveles de estrés y agotamiento en los maestros. Esta situación afecta directamente la calidad de la enseñanza, ya que un docente con problemas de salud mental no puede brindar lo mejor de sí mismo en el aula. Hoy visualizamos rebeliones en las aulas donde no se escucha al profesor sino que se le cuestiona tomando como referencia confiable, lo dicho por algún personaje mediático, lo leído en una publicación de Facebook, lo escuchado en un podcast protagonizado en su mayoría por personajes inverosímiles o peor aún lo visto en un TikTok y todo esto solapado por unos padres acusadores de no hacer lo que en un principio deberían hacer ellos por sus propios hijos. Es ese lugar donde lenta y aterradoramente se va gastando la salud mental del docente y termina haciendo lo que puede con lo que tiene y los que quieren. Otro punto a resaltar son los bajos salarios que reciben los docentes en México. A pesar de la importancia de su labor y su influencia en la formación de las futuras generaciones, muchos maestros enfrentan condiciones económicas precarias. Esto no solo desmotiva a los profesionales de la educación, sino que también dificulta la atracción y retención de talento en el sistema educativo. Es fundamental reconocer y valorar el trabajo de los docentes mediante salarios justos y dignos. Pero la realidad es que, aunque mucho puedan decir las autoridades educativas sobre los aumentos o salarios dignos, el escenario del docente es el de vender por catálogo, zapatos, tópers, ropa, cosméticos, artículos del hogar, cobijas o lo que sea necesario con tal de poder tener un mejor ingreso y aspirar a una vida digna. Pero no ignoremos como la apología de la pobreza es un factor importante para no darle un mejor ingreso al docente, porque a la sociedad mexicana la fascina de sobremanera alimentar esa idea que el docente deber hacer su trabajo por convicción y que el simple hecho de querer aspirar a una buena vida y buen salario entonces ese maestro “no tiene vocación de servir”. Adicionalmente, la ignorancia de algunos directivos de todos los niveles educativos respecto a las necesidades y retos del sistema educativo contribuye a su deterioro. La toma de decisiones basadas en intereses personales o políticos, en lugar de considerar el bienestar y el desarrollo integral de los estudiantes y los docentes, obstaculiza la implementación de cambios y mejoras necesarias. Es fundamental que los directivos educativos estén debidamente capacitados y comprometidos con la mejora continua del sistema. Asimismo, la protección de lambiscones es una práctica perjudicial que se encuentra arraigada en muchas instituciones educativas. En lugar de premiar el mérito y la capacidad profesional, se promueve la adulación y el favoritismo. Esto no solo genera un ambiente de trabajo poco saludable, sino que también impide el crecimiento y el desarrollo de los docentes más competentes. La meritocracia y la transparencia deben ser pilares fundamentales en el sistema educativo. Por último, el abuso de poder es una realidad que no se puede pasar por alto. En ocasiones, se presentan situaciones en las que algunos directivos o figuras de “autoridad” ejercen su poder de manera incorrecta, intimidante o discriminatoria. Esto crea un ambiente de miedo y desconfianza, afectando tanto a los docentes como a los estudiantes. Es imprescindible promover una cultura de respeto y diálogo, donde la voz de todos los miembros de la comunidad educativa sea escuchada y valorada. En conclusión, el sistema educativo mexicano enfrenta una serie de desafíos que deben ser abordados de manera integral y urgente. La falta de equidad, el creciente deterioro de la salud mental de los docentes, los bajos salarios, la ignorancia de los directivos, la protección de lambiscones y el abuso de poder son algunos de los puntos críticos que requieren atención y acciones concretas. Solo a través de un compromiso real por parte de las autoridades, los docentes, los padres de familia y la sociedad en general, se podrá transformar el sistema educativo y brindar a las futuras generaciones una educación de calidad que les permita desarrollarse plenamente.