Educación y calidad de vida
Felipe Hernández Hernández
La búsqueda de una mejor calidad de vida es una natural aspiración humana, su relevancia es tal que prácticamente todos los gobiernos lo plasman en sus planes de desarrollo, lo colocan como un propósito central de su quehacer político y, alrededor de ella giran sus programas y acciones.
Calidad de vida es un término que se acuñó hace relativamente poco tiempo -alrededor de los años cincuenta del siglo pasado- con la finalidad de indagar si las personas consideraban que tenían una buena vida y si sentían que tenían también seguridad económica (Urzúa y Caqueo-Urízar, 2012); en los tiempos actuales muchas personas lo pueden considerar como un concepto obsoleto, mercantilista o neoliberal, por lo que han formulado otros para, desde su punto de vista, explicar mejor esta aspiración de vivir mejor.
De tal manera que hoy se habla de bienestar social, satisfacción plena, bienestar objetivo, bienestar material con justicia, mínimo vital social, salud plena y felicidad, entre otros, los cuales son usados para designar lo que a su juicio se refiere a tener condiciones de vida adecuadas para desarrollar las potencialidades humanas.
Sin embargo, a pesar de lo anterior, calidad de vida sigue siendo un concepto que da idea de un nivel de vida más justo y equilibrado para una persona y para lo sociedad misma. De forma tal que también se habla de tiempo de calidad, calidad en el servicio, calidad humana, relaciones de calidad y educación de calidad, entre tantas expresiones que aluden al mejoramiento de condiciones específicas de los individuos.
Coincidentes con Ardila (2003), quien señala que calidad de vida se refiere a un estado de satisfacción general del individuo que incluye tanto aspectos psicológicos y sociales como físicos o materiales; mismos que pueden ser subjetivos u objetivos, pero ambos de gran importancia porque aluden, los primeros, a la percepción y a las emociones de las condiciones que tienen de salud, economía y seguridad, entre otros, mientras que los segundos a las condiciones materiales visibles de bienestar, salud, educación, empleo y de las relaciones que tienen con su entorno físico y social.
En lo antes mencionado, se asume calidad de vida como el conjunto de condiciones objetivas y subjetivas que facilitan la realización de las potencialidades humanas y el bienestar de los individuos, de tal manera que las personas no solo deben tener dichas condiciones, sino que también deben percibir que las tienen.
Entre los aspectos objetivos de la calidad de vida sobresalen los siguientes elementos: “el bienestar material; las relaciones armónicas con el ambiente; las relaciones armónicas con la comunidad, y; la salud objetivamente considerada” (Ardila, 2003, p. 163).
Como se observa son múltiples las condiciones para identificar la calidad de vida de los individuos, incluye aspectos económicos, sociales, ambientales, de salud física y emocional, e incluso del tipo de relaciones con su comunidad.
El agrupamiento de estas condiciones da lugar a la definición de diversos tipos de bienestar: físico, material, social, emocional y de desarrollo, entre otros. En los cuales las personas descansan sus preocupaciones de salud e integridad, de seguridad económica y acceso a los bienes y servicios, de ambiente social armónico y saludable, de respeto a sus creencias y motivaciones y de manera particular al desarrollo de sus potencialidades mediante la educación y el empleo.
Dado que tener mejor calidad de vida es una aspiración ampliamente compartida, el énfasis se debe centrar en el camino para lograr dicho propósito, el cual debe transitar por políticas públicas que tengan como base un diagnóstico para identificar las necesidades sociales, la definición de programas o acciones que las atiendan y su posterior implementación.
Diversos estudios elaborados por organismos de carácter nacional -INEGI y CONEVAL- y otros de naturaleza internacional –PNUD- proporcionan información suficiente y debidamente sustentada que dan cuenta de las debilidades que tiene la sociedad para saber hacia dónde orientar los esfuerzos gubernamentales.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es uno de los más importantes cuyo Índice de Desarrollo Humano (IDH) conjuga tres indicadores fundamentales, salud, educación e ingresos, para valorar el nivel de vida de las personas. El nivel de salud se calcula considerando una expectativa de 20 años de esperanza de vida al nacer y una máxima de 83.4 años; el de educación toma en cuenta los años promedio de escolaridad y los años que se espera que pueda tener de escolarización; el de ingreso o de percepciones económicas también incluye a los demás aspectos del desarrollo humano que no están reflejados en los anteriores (PNUD, 2015).
Si bien todos estos indicadores se pueden analizar y valorar por separado, lo cierto es que están íntimamente relacionados, pero de estos tres, la educación se puede considerar como la palanca para mover los otros indicadores por lo que tiene la responsabilidad de promover, desde cualquier tipo y modalidad educativa, el desarrollo de las potencialidades humanas para favorecer las oportunidades con justicia y equidad, y con ello mejorar su calidad de vida (Vicenzi y Tudesco, 2009).
Desde el año 2002 la UNESCO resaltaba que la educación es el mejor instrumento para superar los obstáculos sociales y económicos y facilitar el logro de las posibilidades humanas, de manera concreta mencionaba que la alfabetización tiene una influencia favorable para mejorar la calidad de vida de las personas y de manera textual subrayaba que el “vínculo entre la alfabetización y la esperanza de vida es muy sólido. Los padres con más años de estudios tienen hijos con mejor salud y que viven más tiempo”, por ejemplo. (UNESCO; 2002, p. 14).
El reconocimiento de que estos aspectos están íntimamente ligados, resalta que la educación constituye la palanca esencial para el desarrollo individual y social. Lo cual significa que la estrategia más adecuada para el mejoramiento de la calidad de vida debe tener como piso una buena educación y esta es tarea de los sistemas educativos nacionales.
Al respecto la UNESCO (2014) resalta los aportes positivos que realizan los buenos sistemas educativos a los individuos y a la sociedad:
- Las personas pueden tomar mejores decisiones sobre las situaciones que les incumben y participar más activamente en la vida política, social y comunitaria.
- Las personas que tienen un mayor nivel educativo generalmente son más tolerantes en su relación con personas de otras culturas, religiones o grupos étnicos. La educación favorece la tolerancia de y en la diversidad.
- El incremento de la escolarización secundaria de los adolescentes tiene un efecto positivo sobre la reducción en el nivel de delitos y una mejor conciencia social.
- La educación contribuye a la disminución de la corrupción. Las personas con más nivel educativo están menos dispuestas a apoyar a los políticos corruptos y respaldan los frenos y contrapesos institucionales necesarios para una convivencia democrática.
En suma, mejorar la calidad de vida significa lograr la satisfacción de las necesidades sociales objetivas y subjetivas de alimentación, salud, vivienda, empleo, seguridad y la preservación de un ambiente sano, lo cual pasa necesariamente por tener un buen sistema educativo y políticas públicas que coloquen a la educación como palanca para el desarrollo.
Referencias.
Ardila, R. (2003). Calidad de vida: una definición integradora. Revista Latinoamericana de Psicología, 35 (2), 161. {fecha de consulta 1 de marzo del 2022}. ISSN: 0120-0534. Disponible en https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80535203
PNUD (2015). Índice de Desarrollo Humano para las entidades federativas, México 2015. Avance continuo, diferencias persistentes.
UNESCO (2002). Educación para todos, ¿Va el mundo por el buen camino? Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo 2002.
UNESCO (2014). El- desarrollo sostenible comienza por la educación.
Urzúa M, A., & Caqueo-Urízar, A. (2012). Calidad de vida: Una revisión teórica del concepto. Terapia psicológica, 30(1), 61-71. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082012000100006
Vicenzi A., y Tudesco F. (2009). La educación como proceso de mejoramiento de la calidad de vida de los individuos y de la comunidad en Revista Iberoamericana de Educación. ISSN: 1681-5653. No. 49/7 – 25 de junio de 2009. Edita Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
Doctor en Ciencias Administrativas, Maestro en Administración Educativa, Licenciado en Educación Básica y en Lingüística Aplicada. Tiene experiencia docente y directiva en instituciones de educación primaria, educación media superior y educación superior. Ha sido Secretario Administrativo, Director de la Facultad de Ciencias de la Educación y Coordinador General de Educación Continua de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Cuenta con el Perfil Deseable PRODEP-SEP y la distinción del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 1, del CONACYT. Es miembro del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE) y de la Sociedad Mexicana de Educación Comparada (SOMEC). Sus líneas de investigación son políticas educativas, evaluación, gestión y formación docente y directiva. Actualmente es profesor investigador en el Centro de Investigación Educativa y líder del Cuerpo Académico Consolidado Gestión y Políticas Educativas de la Universidad Autónoma de Tlaxcala.