El conectivismo en tiempos del COVID-19
Claudia Islas Torres
Tepatitlán de Morelos, Jalisco; México. El inicio del año 2020 fue diferente para todos los habitantes de este planeta, en los últimos días del 2019 se escuchaba o leía la noticia respecto a la aparición de un virus (COVID-19) que había afectado a varias personas en la ciudad de Wuhan, China, causándoles especialmente problemas respiratorios. Quien vive en un continente diferente al asiático, pudo pensar que ese fenómeno solo estaba sucediendo en aquella lejana región. Sin embargo, con el pasar de los días y el tránsito de personas de un lugar a otro, el virus empezó a propagarse exponencialmente por todo el mundo.
Las autoridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtieron sobre la llegada de una posible pandemia, noticia que para algunos dirigentes de distintos países pareció algo exagerado o de poca credibilidad. Con el pasar de los días y al observarse la gravedad de la situación, los gobernantes de distintos países empezaron a tomar medidas de aislamiento y distanciamiento social, acción que inmediatamente impactó en el sistema educativo de cada región, así como en la industria, comercio y demás actividades que implicaban la aglomeración de personas.
En el presente texto se hace énfasis principalmente en el ámbito educativo, en el que dicha decisión significó que en los diferentes niveles de todos los países se buscará una estrategia que ayudará a reducir el impacto de suspender las clases presenciales, optando por hacer uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) digitalizando las clases para adaptarlas a ambientes mediados por tecnologías y para los cuales ni todos los docentes, ni todos los estudiantes estaban preparados competencialmente.
En este sentido, se observó cómo de un día para otro los hogares se convirtieron en lugares de teletrabajo, de aulas de clase, de convivencia y demás actividades a las que los habitantes de los mismos habían sido forzados a realizar en un mismo espacio.
Escenario que dio pie a que los estudiantes desde formación básica hasta universitaria o posgrado utilizaran internet, dispositivos móviles, computadoras, aplicaciones, sistemas administradores de aprendizaje, salas de videoconferencias, entre muchas otras herramientas que las redes proveen.
Por lo anterior se alude al conectivismo (Siemens y Downes, 2004) como una disciplina que puede ayudar a explicar lo que sucede en los procesos formativos de los individuos, en el entendido de que éste surge como un marco alternativo a las anteriores teorías del aprendizaje que no previeron la aparición de las tecnologías y las conexiones en red.
El conectivismo enfatiza al aprendizaje social y los entornos de cambio difusos donde los individuos no controlan completamente su proceso de aprendizaje. Está disciplina toma como punto de partida la sociedad digital conectada, postula la creciente conectividad, inmediatez a la información, importancia de la infraestructura por la que transita, la socialización global y los mundos virtual y físico desdibujados por la ubicuidad que existe (Sagar, 2014). Esta situación plantea que los procesos de aprendizaje se renuevan considerando que el conocimiento reside en las redes y el aprendizaje ocurre en ellas cuando se participa.
Bajo estos supuestos y la realidad emergente que se vive a raíz del COVID-19, se diría que el conectivismo explica el aprendizaje actual, aludiendo a las relaciones que se construyen a través de la mediación tecnológica y la progresión de la generación de conocimiento; los estudiantes aprenden cuando recrean las conexiones que realizan, basándose en la externalización del conocimiento. En este sentido, las redes manejan el excedente de información que se genera y, por tanto, se convierten en una memoria viva, donde se deposita el conocimiento y se accede a él cuando se necesita.
Según el conectivismo, las redes se conforman por los nodos que las constituyen, que son entidades externas que pueden utilizarse para formar un entramado y estos a su vez ser comunidades de aprendizaje, personas, organizaciones, bibliotecas, sitios web, libros, revistas, bases de datos, blogs, wikis, podcast, etiquetas y marcadores sociales o cualquier aplicación o herramienta a la que se accede, es por ello que desde esta disciplina se dice que se aprende desde la participación en las redes, con información actual, construcción de relaciones, diversidad de perspectivas, interacción síncrona o asíncrona, etcétera; que pueden observarse en sitios tan comunes como: Facebook, WhatsApp, Wikis, YouTube, Instagram, entre otros. Así, los estudiantes desarrollan sus potenciales en la sociedad conectada a la que cada individuo accede teniendo paso a nubes de conexiones de forma ubicua.
El aprender entre nubes de conocimiento significa que éste se construye con el trabajo de otros, lo que permite innovar y desarrollar rápidamente ideas y conceptos; por su parte la tecnología de las redes hace que lo importante se distribuya por diversos conductos, generando una distribución que permite acrecentar el acervo personal a partir de la interiorización, y una vez aprehendidos esos conocimientos se está en posibilidad de utilizarlos, de ponerlos en práctica o de actuar sobre él.
Ante los supuestos mencionados, puede inferirse que, en su mayoría, los estudiantes están aprendiendo entre nubes, potenciando o en su defecto desarrollando habilidades digitales con las que ya contaban, pero ahora sumándole la variable aprendizaje, porque es sabido que el ser diestro en el uso de tecnologías no necesariamente garantiza ser atogestivo y por ende aprender.
Pero ante esta disciplina que explica el aprendizaje en red y que se adecua a los momentos de pandemia en que se vive, cabe preguntar ¿qué sucede con aquellos que no tienen acceso a la conectividad y por consecuencia a aprender entre nubes?
Ante la situación que se vive la educación a distancia adquirió una relevancia que quizás nunca había tenido porque salvo el hecho de que no podían estar en un mismo espacio los profesores y los estudiantes, sin embargo, este auge también ha dejado entrever que no todo el mundo está preparado para aprender entre nubes. Es común encontrar post, notas, blogs, twits, y algunos artículos, entre otros; donde se habla de la brecha que se está marcando entre quienes sí tienen acceso a la conectividad y los dispositivos digitales y quiénes no. Es innegable que las tecnologías ofrecen ventajas a través de sus herramientas diversas, pero también es notorio que hay gente que está batallando demasiado para salir avante de esta situación.
Hagamos referencia primero a los docentes, actores que no necesariamente contaban con las competencias digitales suficientes para virtualizar sus clases y que de un momento a otro han tenido que arreglárselas para configurar clases en espacios administradores de aprendizaje, generar materiales, adaptar métodos de evaluación, revisar cientos de actividades que reciben por plataformas, redes, correos, etcétera; varios docentes se han visto rebasados por esta situación generando en ellos cuadros de estrés, ansiedad, entre otras patologías que están desarrollando por “cumplir” con su práctica y no dejar solos a sus estudiantes, y qué decir de aquellos que no solo no cuentan con las habilidades digitales suficientes, sino que además se encuentran en zonas aisladas donde el acceso a internet es intermitente, o sus capacidades de infraestructura tecnológica deben compartirla con el resto de la familia porque solo hay una computadora en casa, para que él prepare, de clase y evalúe, y al mismo tiempo sus hijos tengan que hacer tareas, enviarlas a sus profesores o estar presentes en la videoconferencia tal o cual.
Los estudiantes por su parte, aunque se dice que han nacido en la era digital y que dominan las tecnologías con eficiencia, se sabe que no es así, las TIC se han convertido ahora en sus aulas de clase donde deben abstraer la información de los contenidos que se les ofrecen, además de realizar tareas, subirlas a plataformas, enviarlas por redes sociales, colaborar con sus compañeros, trabajar en equipo, etcétera. Si se refiere al nivel básico se encontrará que han sido los padres de familia los que han tenido que reforzar el aprendizaje de sus hijos, ahora ellos también les instruyen, les prestan sus dispositivos o les ayudan a cumplir con sus deberes. Con forme el estudiante es mayor en edad se supondría que su autonomía para aprender es mayor y lo haría mejor, sin embargo, también habría que evaluarse al finalizar el curso escolar cuál ha sido el aprendizaje adquirido por ellos. Y qué decir también de los estudiantes que no viven en zonas urbanas donde el acceso a las redes es más fácil, aquellos que se ubican en rancherías o zonas rurales, sin conexión a internet y hasta sin computadora y su única forma de acceder a sus clases es el ciber café de la localidad que también llega a tener sus propias carencias.
Aunado a lo anterior también puede hablarse de las deficiencias cognitivas e intelectuales que los estudiantes presentan para aprender entre nubes, y como se menciona en párrafos anteriores saber crear redes, conexiones, sacar lo mejor de ellas y convertirse en constructores de conocimiento.
En la postura de quien aquí escribe, el conectivismo es una disciplina adecuada para explicar el aprendizaje desde el uso y acceso a las tecnologías, sin embargo, también se reconoce que los múltiples factores que indicen en los procesos formativos deben tomarse en cuenta y unirse a esta disciplina para tener una interpretación más amplia y completa del suceder de la educación en tiempos de COVID-19.
La complejidad en que el fenómeno de la pandemia se ha presentado y cómo ha incidido en el ámbito educativo, requerirá que se realicen estudios a profundidad donde además del conectivismo se cuente con referentes teóricos y empíricos que den fortaleza a la exposición de descripciones o explicaciones de la situación. Por el momento, documentalmente hay información que habla de los impactos que el COVID-19 ha implicado a la educación, pero para tomar decisiones respecto a cómo deberán llevarse los procesos formativos de ahora en adelante, es necesario que se realicen estudios bajo modelos epistémicos que arrojen información valiosa decidir y en consecuencia actuar de la mejor forma posible. Seguramente esto requerirá de capacitación permanente, apertura en cuanto a mentalidad y forma de llevar a cabo las clases, disponibilidad para el cambio, alumnos y profesores proactivos que prevean que la educación no puede seguir anquilosada a prácticas del siglo pasado, cuando se vive en una sociedad donde se debe prever y actuar no ante el problema en el momento, sino desde prospectivas bien planteadas y organizadas.
Referencias
Siemens, George. (2004). A learning theory for the digital age. Recuperado de http://www.elearnspace.org/Articles/connectivism.htm
Sagar, C. (2014). El conectivismo, o aprender en nubes de conexiones. Educación y comunicación. 9, pp. 137-148.
Claudia Islas Torres cislast@gmail.com
Claudia Islas Torres, profesor investigador de tiempo completo adscrita al Centro Universitario de los Altos, de la Universidad de Guadalajara. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I
Líneas de investigación: Las tecnologías en la educación, innovación en la educación, competencias digitales de docentes y discentes.
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