Utilizando sus conocimientos en ciencia y tecnología, estudiantes del colegio José Celestino Mutis construyen un sistema para enfrentar las bajas temperaturas en el barrio Mochuelo Bajo en Bogotá.
Son los estudiantes Saray Molina y Juan Esteban Huertas, quienes cursan el grado once del colegio rural José Celestino Mutis en Ciudad Bolívar, materializaron un sueño común con ‘Wolves: Semillero STEM’, un espacio que hace de las matemáticas, la ciencia y la tecnología un descubrir para la vida. El proyecto más significativo para este par de talentosos jóvenes es el prototipo del muro Trombe.
Además, esta hazaña la comparten con 12 estudiantes más de edades que oscilan entre los 13 y 16 años. Saray se ha convertido en la líder del grupo, es la guía de sus compañeros para que ellos también descubran para qué son buenos y, ante todo, hacer lo que les gusta. Esta experiencia marcó sus vidas porque el aprendizaje y las vivencias han sido inmensos.
El proyecto más significativo de este semillero, que cumple 5 años de historia y que sobrepasó las fronteras de las aulas de este colegio de Ciudad Bolívar, es el muro Trombe en el que cumplen un año de trabajo, con esfuerzo, tristezas y alegrías, no solo para ellas y ellos, sino para Melissa Barrios y Danilo Figueroa, docentes de Ciencias Naturales y de Tecnología, respectivamente, que lo han liderado.
“Este trabajo surge por el Fist Lego que fue un llamado a desarrollar un proyecto ambiental que resuelva una necesidad y la necesidad la teníamos en nuestro barrio y en nuestro colegio. La altura de nuestro territorio genera bajas temperaturas y necesitamos tener una solución viable”, recuerda Saray.
En su proceso de investigación estos jóvenes analizaron la experiencia desarrollada en Chile, Ecuador y Perú, encontrando que a través de una fachada en vidrio o plástico en una habitación se logra que los rayos del sol calienten el aire en el interior y se distribuya dentro de la misma de forma lenta y gradual.
Bajo este concepto y con su deseo de romper fronteras, empiezan a aplicar sus conocimientos en física termodinámica, recolección y uso de datos mediante la informática, luego buscan soluciones de tipo tecnológico al diseñar un prototipo para verificar con materiales muy cercanos a los reales con los que están construidas las casas en esa zona rural. Allí ellos logran desarrollar habilidades de ingeniería y de diseño que ponen en práctica, con un valor adicional, protegiendo el medio ambiente.
“Lo más importante de este proyecto es que no requiere de un motor o de algo adicional que pueda generar gases efecto invernadero, es totalmente sostenible, de mantenimiento bajo y puede ser viable para las viviendas frente a las bajas temperaturas en Mochuelo Bajo, es decir, es aplicable a la vida diaria”, explica Saray.
Para el profe Danilo Figueroa, lo más relevante es llevar este tipo de iniciativas a una zona rural en una localidad tan difícil como Ciudad Bolívar, “la razón de ser de este trabajo es darle un sentido de vida a los niños y decirles que todo es posible, solo se necesita tener la disposición para el trabajo en equipo, ganas de divertirse y aprender del otro, todo esto es fundamental para su formación y su futuro”.
“Adoro los recuerdos que he tenido aquí con ellos y todas las experiencias vividas. El simple hecho de hacer parte del grupo es bastante gratificante y, sobre todo, el haber conseguido amigos profesores es un orgullo”, dice Saray con una gran sonrisa, ad-portas de salir del bachillerato.
Su sueño desde pequeña ha sido estudiar medicina, “estar en esto me ha mostrado que mis habilidades son otras, por eso he reconsiderado estudiar una carrera que esté relacionada con la programación o las matemáticas, como una tecnología o ingeniería ambiental, es importante soñar, pero lo es más saber en qué eres bueno y aportar a la sociedad”.
Juan, bajo el programa de doble titulación con el Sena ofrecido por la Secretaría de la Educación, se gradúa este año de bachiller y de técnico en dibujo arquitectónico, mientras Saray recibirá el título en técnico en análisis de muestras químicas.
En el semillero, él se ha encargado de hacer los planos de los proyectos, “ha sido una experiencia muy bonita, he podido incentivar mis capacidades en tecnología, matemáticas y ciencias”. Sus mayores logros los ha notado en los avances que ha tenido en el proyecto ‘CAI periférico para la vereda de Mochuelo Bajo’, que está desarrollando como resultado de su formación en la educación media, “gracias al semillero me he dado cuenta lo importante que es la investigación para cualquier proyecto”.
Este joven dice que estar en el semillero ha influido para tomar decisiones para su futuro. “Antes quería estudiar diseño automotriz y ahora quiero llegar a ser ingeniero Industrial. En 10 años espero verme con un título, trabajando en un proyecto en una empresa o crear mi propia empresa, sería muy chévere estar en la cima”.
Esta experiencia ha sido única vista desde la educación pública en una zona rural. En palabras de la profe Melissa “es una oportunidad para brindar a estos niños y jóvenes una educación de calidad que cierra brechas académicas entre los que se forman en lo urbano y en lo rural y les abre posibilidades para cumplir su proyecto de vida. Estoy segura de que estos aportes han sido trascendentales para que ellos tomen una decisión sobre qué carrera o qué van a hacer en el futuro, es nuestra primera generación que se va a graduar este año y estamos a la expectativa de qué fruto va a dar este semillero”.
Estos dos profes con una esperanza infinita creen que estos proyectos no solo les han servido para guiar a sus estudiantes para la vida, sino que pueden llevarlos a estudiar en una universidad.
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Fuente: [2024-07-mayo]. Secretaría de Educación de Bogotá. Jóvenes crean prototipo para mitigar bajas temperaturas. https://educacionbogota.edu.co/portal_institucional/historias-de-la-educacion/jovenes-crean-prototipo-para-mitigar-bajas-temperaturas