¿La escuela es buena porque produce subjetividad o mala porque es un dispositivo de opresión?

Por Hugo César Moreno Hernández

OIG4

Siguiendo con las reflexiones de la entrega anterior y atendiendo a las interpretaciones que el grueso de la población podría hacer de expresiones fundamentales para el análisis de las relaciones sociales como, por ejemplo, relaciones de poder o violencias simbólicas, es fácil comprender por qué podría parecer que una observación analítica montada sobre determinadas plataformas desde las cuales se configura un enfoque pareciera estar en contra de aquello que investiga.

Para quienes integran el dispositivo escolar desde la cotidianidad, algunas aseveraciones construidas a través de procesos de investigación, podrían parecer duras, incluso injustas. Pensemos en aquello de las relaciones de poder, observar que en el aula, los pasillos, los patios, incluso los baños se establecen relaciones de poder asimétricas, donde los adultos están por encima de los estudiantes, puede sentirse como una crítica que deja de lado relaciones donde la responsabilidad de los adultos es determinante para lograr el objetivo básico del proceso educativo, puede sentirse que el análisis busca promulgar una libertad casi absoluta de los estudiantes, sin guía ni responsabilidades para con su proceso educativo.

Es claro que, en término del funcionamiento del dispositivo escolar, la socialización, como proceso vertical del ejercicio del poder es necesario e intransferible, sobre todo que no puede ser eliminado de la relación educativa. Es lo que es, así sucede. El análisis desmonta las relaciones para comprender cómo funciona el dispositivo y si se señala que, por ejemplo, la imposición del uniforme o la definición sobre cómo portar el cuerpo promueve conflictos, insisto, es la expresión de una realidad mostrada desde el punto de vista de quien recibe el ejercicio de poder y el objetivo es coadyuvar en ofrecer mecanismos de gestión de los conflictos de maneras no violentas.

En ese sentido, las investigaciones sobre el dispositivo escolar con enfoque de juventud nunca inician, y si lo hacen inician desde un marco no científico, preguntando si la escuela es mala, si la educación es opresiva o si el dispositivo escolar debería desapareces. Se pregunta sobre su funcionamiento, sus efectos de sujeto, sus relaciones sobre el entorno y las falencias resultantes de esas relaciones, muchas investigaciones tienen también el objetivo de ofrecer herramientas para mejorar las relaciones entre los sujetos pertenecientes al dispositivo, tanto adultos como estudiantes.

A la pregunta del título de esta entrega (¿La escuela es buena porque produce subjetividad o mala porque es un dispositivo de opresión?), deberían hacérsele varias adecuaciones en términos teóricos y metodológicos, en principio, evitar el juicio de valor, porque, qué significa bueno y en qué contexto, qué es malo y para quién. En todo caso, una pregunta seria se formularía así: ¿Cómo se produce subjetividad desde la escuela? Describir y comprender cómo sucede el fenómeno permite ofrecer otras formas para acometer el difícil proceso educativos, comprender que los sujetos ahí implicados han pasado por otros procesos de subjetivación y la puesta en juego de dichos procesos tendrá resultados diversos, alcanzando, apenas ciertas trazas de similitud, digamos, técnica y cívica.

Por ello, la pregunta del título debe diseccionarse en la pregunta por la cosa y la pregunta por el proceso, en ese sentido, la segunda pregunta podría formularse así, otra vez, evitando los juicios de valor: ¿en qué mediada la escuela funciona como dispositivo de opresión? en ese caso, es preciso comprender a cabalidad el término opresión y definir si esto sucede o no en la escuela, si los límites y relaciones de poder asimétricas oprimen o dirigen. Material para otra entrega.

Autor: Hugo César Moreno Hernández
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