La práctica de la felicidad en una taza de chocolate
Fátima Chávez Alcaraz
¿Porque hablar de nuevos estilos de vida, más saludables, más conscientes y holísticos, cuando solo se trata de tomar una taza de chocolate?
Estamos acostumbrados a sufrir, a pasarlo mal y sobre todo a pensar en las difíciles
situaciones que nos han tocado enfrentar en nuestras vidas, somos incansables buscadores de lo que llamamos felicidad y pretendemos a toda costa huir del sufrimiento.
A nivel social, como sino bastaran nuestras dificultades personales, hablamos del
calentamiento global de la extinción de las especies, los desajustes económicos y la
inseguridad, eso sin mencionar los candentes temas políticos que se vuelven trending topic en las reuniones, incitando los comentarios de sus asistentes; todos tienen una opinión, una formula de cambio, una critica aguda y sobre todo una trinchera de competencia con los demás que motiva el interesante juego de tener la razón, ganar o perder.
La dualidad natural de nuestro pensamiento nos limita convirtiéndonos en seres muy básicos, – aunque insistamos en aparentar lo contrario, haciendo gala de la gran cantidad de información que acumulamos – por esta razón, cuando alguien ingenuamente comenta que se encuentra muy bien, que esta en paz con todo y que le da igual la política, la economía o el calentamiento global, termina con el interés del otro de iniciar cualquier debate o análisis. Curiosamente cuando las cosas van mal pareciera que hay mucho más que decir, como si el malestar fuera un alimento que nos permitiera socializar, sentir complicidad o incluso bienestar, pues te da la oportunidad de compararte y quizá hasta sentir que no estas tan mal como pensabas.
El bienestar en nuestra sociedad es un sentimiento extraño, casi incomprensible para la mayoría, un tema que despierta poco interés, posiblemente porque sobre lo desconocido se puede opinar poco; además el bienestar es una condición que deja a los otros sin argumentos, que más decir ante la arrolladora afirmación de “me encuentro bien” y peor aún si la razón es solo por que sí. ¿No sería la respuesta de un lunático? ¿Quién puede estar bien sabiendo todo lo que ocurre allá afuera? Injusticias, pobreza, maltrato infantil, drogadicción. Entonces llega el argumento que nos libra de toda aprobación para aquel que tuvo la osadía de sentirse bien, “esa persona es egoísta” de otro modo no te puede “dar igual” lo que pase allá afuera, y decir que simplemente esta bien.
En realidad, aprender a estar bien no se trata de egoísmo ni de indiferencia; por el contrario es una cuestión de comprensión.
En primer lugar, debemos saber que nuestro cerebro busca garantizar nuestra
supervivencia, por eso pareciera que se nutriera de lo negativo, buscando alertarnos ante cualquier comentario, o situación que nos despierte una emoción desagradable, esta parte tan básica de química cerebral esta ahí presente y es muy útil cuando conocemos como funciona y le damos su justa dimensión en nuestra vida.
Por otra parte, alcanzar el bienestar sin importar las condiciones externas no significa ser feliz o infeliz, significa tan solo estar; no dar más poder a las situaciones a través de interpretaciones de éxito o fracaso. Esto no es nada sencillo, es un entrenamiento mental donde logramos trascender la parte mas básica de nuestro cerebro experimentándonos como seres más conscientes, por ello lograr el bienestar no significa que no te des cuenta del calentamiento global o de la desigualdad del mundo, simplemente es haberte dado cuenta de que la mejor contribución que puedes hacer al mundo es no continuar nutriendo con tus pensamientos, actitudes o comentarios toda catástrofe que como sociedad atravesamos; sino por el contrario, mantener el equilibrio aún bajo la tormenta.
Esto puede parecer algo mucho más complicado que lo que es. Ciertamente se necesita una buena dosis de disciplina y entrenamiento mental para aprender a poner atención en el presente, en lo que está y en la belleza que nos rodea. Este entrenamiento nos permite ir construyendo un estado de bienestar que nos prepara para cuando los desafíos naturales de la vida se presenten, por ejemplo una perdida, un cambio de trabajo, etc. Estos puedan ser afrontados desde el bienestar, esto no significa que nos vamos a sentir felices pese a todo, significa no perder el equilibrio, pues la felicidad es un estado mental que no es el que nos han enseñado, y que pareciera que intentan equipararlo con la euforia o la perfección.
La felicidad en realidad surge de la aceptación de que nada es perfecto y de un
entrenamiento que nos permita crear una construcción de bienestar constante, por ello es fundamental que aprendamos a construirla, y una forma de hacerlo es dando valor al sencillo arte de los pequeños “placeres” que no por cotidianos son cosa menor, me refiero a beber un vaso de agua cuando tienes sed, tomar una ducha, mirar el cielo, caminar o tomar una taza de chocolate y saborear.
Directora y fundadora de Be-lieve un programa de autoliderazgo. Además de desempeñarme en cargos públicos académicos y privados como consultora, funcionaria e investigadora en áreas de gestión administración y política pública.
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