ESTUDIO DE LAS INTUICIONES EDUCATIVAS

ESTUDIO DE LAS INTUICIONES EDUCATIVAS Esmeralda Quintero López INTRODUCCIÓN Hoy en día, nuestra sociedad se caracteriza por cambios acelerados, donde factores generales como la globalización, el impacto de las tecnologías de la información y comunicación, la administración del conocimiento, la necesidad de patrocinar y gestionar la diversidad; hacen necesario un entorno educativo significativamente diferente, en el que cada miembro de esta sociedad responda a las demandas de la misma. Educar es una tarea que se encuentra en continuo movimiento y presenta nuevos retos, por lo que es una gran necesidad atender constantemente a los actores y a los procesos educativos, a partir del micro-espacio donde se origina el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por lo anterior, hoy en día es necesario que las organizaciones diseñen estructuras más flexibles que respondan a las necesidades sociales, propiciando aprendizajes que permitan un cambio al interior de las mismas. Esto implica generar condiciones propicias para el desarrollo de recursos humanos mediante la formación de equipos de alto desempeño que coadyuven a la mejora nacional, con una amplia visión hacia la innovación. DESARROLLO El aprendizaje responde a una educación continua, donde el individuo que se encuentra inmerso en la sociedad del conocimiento, necesita ser capaz de manejar saberes, actualizarlos, seleccionar lo que es apropiado para su contexto, estar en permanente contacto con las fuentes de información, comprender lo aprendido de tal manera que pueda ser adaptado a situaciones nuevas y rápidamente cambiantes, por lo tanto, es necesario un hombre educado que desarrolle determinadas competencias. Para el estudio de los temas educativos, además de los aspectos pedagógicos, es necesario conocer el contexto social, cultural y político en el que las instituciones educativas se desenvuelven; el conocer la evolución de los distintos niveles educativos nos aporta una mayor visión del comportamiento actual de la educación. De acuerdo con Latapí (1998) la educación es producto de la evolución de los conocimientos y de las demandas sociales. La cual proviene desde la familia e históricamente se remonta a épocas de esclavitud, tiempos en donde las diferencias en estatus sociales, dictaban que solo algunos privilegiados podían tener acceso al conocimiento. Sin embargo, los tiempos han ido cambiando y la forma de ver los institutos y los niveles educativos también tuvo que evolucionar, en México la revolución marco un parteaguas en el sistema educativo, en donde la adaptación de este sistema jugo un papel importante en la historia; los cambio políticos, sociales y las constantes reformas han transformado la vida escolar y el sistema educativo se ha ido transformando conforme las demandas sociales han ido exigiendo a las instituciones el aporte de recursos humanos cada día más capaces para desempeñar labores de especialización, en donde la formación de escuelas de distintos niveles y con distintos objetivos, han permeado en la población una idea hacia una vida mejor. En retrospectiva, el bachillerato en México, ha sufrido una importante evolución, desde la creación de la Escuela Nacional Preparatoria hasta nuestros días, en donde el positivismo que introdujo el sabio Gabino Barreda, proveniente de Francia, dictaba que este nivel educativo, debía ser considerado como formativo e integral, el cual prepararía a los jóvenes para la elección de sus estudios profesionales, viendo a la educación con solo el deseo de hallar la verdad. El bachillerato en su desarrollo pasó por problemas como la diversidad curricular y la política interinstitucional, donde las condiciones geográficas, las condiciones administrativas dictaban al actuar de cada institución, en donde se pensaba que había orden; sin embargo, hoy el día, la preparatoria con sus distintos equivalentes educativos, ha sido de gran relevancia en la edad más vulnerable del desarrollo del individuo. Parafraseando a Latapí S.P. (1998), la finalidad del bachillerato era y debe ser generar en el joven el desarrollo de una primera síntesis personal y social que le permita su acceso tanto a la educación superior como a la comprensión de su sociedad y de su tiempo. Este se ha conformado según el modelo burocrático, definido como “la forma más eficiente de organización, basado en la racionalidad, en la adecuación de los medios a los objetivos que se pretenden, con el fin de garantizar la máxima eficiencia posible en la búsqueda de dichos objetivos” (Elizondo, H. A. “La nueva escuela, I” 2003 pp. 70). Este patrón se ha transportado hasta la organización escolar, donde la planeación de la enseñanza se basa en la pedagogía por objetivos, sin tomar en cuenta el contexto socioeconómico, las características y necesidades, tanto de la escuela como de los individuos que la integran, por lo que se convierte en una educación tradicional. Esta idea supone que a partir de la mecanización y estandarización de dicha organización, se logra la eficacia y la eficiencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, en la actualidad este modelo resulta ineficiente debido a: Su inadecuada aplicación e interpretación de los trabajadores de la educación Excesos de cargas administrativas Saturación de alumnos en los grupos Evaluación poco constructiva por parte de los superiores Exceso de campañas y actividades extra escolares Abuso de autoridad de los sindicatos Falta de credibilidad en las evaluaciones institucionales (Carrera Magisterial y Escalafón) Falta de vocación y compromiso por parte de los docentes Pérdida de motivación Salarios no acordes a las funciones Ante este panorama, es importante traducir las necesidades sociales en retos transformadores desde la gestión. Sin embargo, entre quienes se interesan por la innovación, la sobrecarga de tareas administrativas y burocráticas los conducen a una rutina de las prácticas pedagógicas y escolares. A pesar de que existe un interés por generar procesos para la comprensión y la reflexión, por parte de los sujetos ante un mundo globalizado y cambiante, la educación se enfrenta a distintas formas de resistencia, tanto en docentes como en directivos, ya que se requiere de una visión sólida de escenarios futuros a los cuales se quiere arribar, mediante acciones que habrá que emprenderse para lograrlo. Paradójicamente, surge el modelo emergente, que promueve las escuelas autogestionadas, un profesionalismo docente y directivo, con una práctica reflexiva, promoviendo el trabajo en equipo, a partir
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