Entrevista a la Dra. Juana Sancho Gil, educadora y estudiosa de las TICs y referente mundial en Educación

“Siempre me han interesado las TICs para pensar y no solo para aplicar”Juan Sancho Gil Por: David Auris Villegas[1] “La invitación del profesor David Auris Villegas a mantener una conversación sobre el nuevo tema de moda, la denominada Inteligencia Artificial (AI), me ofrece una nueva oportunidad para seguir pensando y mantenerme en modo aprender.  Gracias, profesor. Como he señalado en distintas ocasiones, la educación sigue siendo mi pasión. He dedicado toda mi larga vida laboral a la educación y si hoy tuviera que elegir a qué dedicarme, no lo pensaría ni un segundo: a la educación. De hecho, de formas diferentes, me sigo dedicando. Sigo pensando, como reconoció Albert Camus al recibir el premio Nobel de Literatura, que sin su madre y sin su profesor, el Sr. Germain, “la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto”. Recibir la mirada atenta, el afecto y el calor de un ser humano que nos reconoce, valora e impulsa a aprender, es el mayor regalo que nos puede proporcionar la vida. ¿Queremos sustituirlo por una IA?” Juana Sancho Gil. Catedrática de Tecnologías Educativas del Departamento de Didáctica y Organización Educativa de la Universidad de Barcelona, España.  Esta entrevista, que nos concedió la Dra. Juana Sancho Gil, se publicó por primera vez, en la revista internacional bilingüe de educación y literatura AURIS, número 03. https://edicionesauriseduca.com/web/2024/04/02/revista-auris-ano-01-n-03-enero-2024/ DAV. Estimada Dra. Juana, como especialista en las TICs, ¿qué problemas de dependencia cognitiva pueden surgir en los estudiantes mediante el uso de la inteligencia artificial? JSG. Profesor, gracias de nuevo por su la invitación. En primer lugar, dejar constancia de que más que “especialista en las TICs”, me considero educadora y estudiosa. Desde que participé, a comienzos de 1980, en el primer programa de informática educativa que se puso en marcha Cataluña (España), siempre me han interesado las TICs para pensar y no solo para aplicar.  En relación con la llamada IA, para mí, de momento, contamos con una gran multiplicidad de opiniones, muchas de ellas entusiastas, pero muy poca menos investigación empírica. El fenómeno de la dependencia cognitiva, o sedentarismo cognitivo (Sigman y Bilinkis. 2023), aumentó con los recursos digitales que facilitaron la producción y acceso a la información a un enorme número de personas. Pero, como argumenta Savater (1998, s. p.) “No es lo mismo información que conocimiento. El conocimiento es reflexión sobre la información, capacidad de discernimiento y discriminación respecto a la información que se tiene, capacidad de jerarquizar, de ordenar, de maximizar la información”. La facilidad para encontrar las respuestas deseadas, independientemente de su rigor y veracidad; de acceder, prácticamente sin límites, a miles y miles de fondos de información y plataformas -muchas de ellas diseñadas con tecnologías persuasivas para mantener la atención (Fogg, 2003)- y de conectar con colectivos que refuerzan nuestras creencias y visiones, lleva años contribuyendo a la aparición de transformaciones significativas que impactan los procesos de enseñanza y aprendizaje. Aquí podemos considerar la aceleración del denominado “filtro burbuja”, al aislamiento intelectual derivado de algoritmos para personalizar el resultado de las búsquedas (Pariser, 2017). Al fenómeno del “eclipse” y la dispersión de la atención (Fernández-Savater y Etxebarria, 2023; Hernández y Sancho, 2024). Para Fernández-Savater (2023) “la imposibilidad de la atención se ha convertido en un problema de primer orden. La atención no es sólo aptitud para la concentración individual, sino también la facultad de acoger y escuchar, de cuidar los vínculos” (s. p. cursiva en el original). Esta dispersión afecta a una de las claves de la relación pedagógica y del aprendizaje: la capacidad de ser deseante, al deseo de aprender. Para Simone Weil el deseo “es el gran constructor de mundos y la atención, su herramienta” (Arnau y Martínez Gallardo, 2021, s.p.).  La llamada IA está contribuyendo a la magia de la tecnología, que viene cargada de promesas de mejora de los individuos y la humanidad. Como toda magia nos encanta y hechiza, pero tiene truco. Como educadores, como personas comprometidas con el desarrollo del potencial de cada individuo, hemos de estar alerta y preparados para, como dice un antiguo refrán, distinguir el grano de la paja. Porque ¿de qué nos sirve que un algoritmo nos ofrezca respuestas cuando lo que ha propiciado los mayores avances científicos y sociales ha sido la capacidad de formular preguntas? ¿Podemos situar y contrastar el rigor, la autenticidad y la honestidad de la información y las inferencias realizadas por la IA? ¿Podemos darle sentido a la respuesta recibida, la entendemos, nos ayuda a aprender sobre nosotros mismos, los otros y el mundo que nos rodea? Sí, sé que son muchas preguntas, y hay muchas más, pero si queremos educar, no tenemos más remedio que encararlas. DAV. ¿La inteligencia artificial puede reducir la brecha de conocimientos y ampliar el aprendizaje más allá de los contextos? JSG. Personalmente, no lo tengo nada claro. Para responder, necesitaría información sobre cómo se sitúa en el contexto educativo. ¿Se entiende como el “oráculo de Delfos”, que nos da todas las respuestas? ¿Somos capaces de situar en qué fuentes se alimenta, de establecer un diálogo crítico con lo que nos ofrece o solo lo aceptamos de forma sumisa?  Trascender nuestros contextos, cuestionar nuestros marcos mentales, requiere predisposición, actitud crítica, capacidad de diálogo y ya es bien sabido que no basta con la mera posibilidad de acceder a la información. Siempre me he sentido muy a gusto en las bibliotecas y cuántas veces he pensado: “si tuviera tiempo para leer todo el saber recogido en todos estos miles de páginas, ¿cómo sería mi visión del mundo? ¿Qué podría hacer y pensar?”. Hoy, damos la espalda a muchas fuentes de saber y nos vamos a lo que parece más fácil, basta con hacer una búsqueda en una aplicación digital y copiar la respuesta. Pero ¿esto es aprender? ¿Me permite ampliar mi contexto? Por ahora, yo diría que no. No tengo otras evidencias. DAV. ¿Se podría afirmar que, tal como sostienen los expertos, la IA es una excelente herramienta para solucionar
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