Educación e innovación: las tecnologías que mejoran la enseñanza

En el caso de las tecnologías de la información (TIC) que definen nuestra era, el gran cambio que han supuesto en la concepción del proceso de enseñanza y aprendizaje es el de pasar de consumidor de información a agente activo en la producción de conocimiento. Esta transformación radical queda definida en la teoría del conectivismo, de principios del siglo XXI. Este término tan arraigado hoy en día en el panorama educativo ha vivido una evolución que no siempre ha calado en la escuela. Las TIC dieron paso a las Tecnologías para el Aprendizaje y Conocimiento (TAC), en un intento de resaltar la intencionalidad de usar estas en la escuela con fines educativos. Pero la auténtica revolución hubiera sido asimilar su uso más allá del consumo de datos o información. La experta española Dolors Reig ha acuñado una nueva denominación de estas herramientas: Tecnologías para el Empoderamiento y la Participación (TEP). Esta nueva forma de entenderlas nos orienta hacia una pregunta que siempre debería estar latente ante la decisión de su uso: ¿para qué introducirlas en la escuela? Si la finalidad de la sinergia entre educación y nuevas tecnologías no es otra que consumir datos e información es posible que no nos hagan falta determinados recursos tecnológicos. Pero si pretendemos empoderar y hacer protagonistas a los alumnos en el proceso de generación de conocimiento y de transformación de la sociedad en red será imprescindible el uso de dispositivos que faciliten esa dinámica. Rubén D. Puentedura desarrolló el modelo SAMR para facilitar la reflexión sobre la intención con que incorporamos tecnologías en el aula. La S se corresponde con “sustitución”, y hace referencia a las tecnologías que se introducen en la escuela para sustituir a otros elementos sin que el cambio suponga en realidad nada nuevo. Por ejemplo, cuando se sustituyeron los mapas en papel por una proyección de diapositiva o transparencia sin más. La A se corresponde con “aumento” y se da cuando reemplazamos una herramienta por otra y facilitamos la misma tarea, pero sin que haya un cambio metodológico. La M se refiere a la “modificación” o el rediseño de la dinámica entre educación y nuevas tecnologías para el aprendizaje. Por último, la R hace referencia a “redefinición” que se dará cuando se generen determinadas actividades que sin el uso de esa tecnología no sería posible hacer. Muchas de las tecnologías actuales se pueden usar, en realidad, desde cualquiera de estos cuatro enfoques, sin limitarse a atraer la atención de los alumnos hacia el contenido o la explicación, dado que esta es una motivación que pronto decae. Hoy en día cualquier docente atraería la atención de sus alumnos si utilizara en sus clases un proyector de diapositivas convencional, y estaría innovando para la inmensa mayoría de ellos. Existen varias tecnologías interesantes en la enseñanza y el aprendizaje. Pero al utilizarlas conviene tener las siguientes preguntas en mente: ¿Me sirve para empoderarlos? ¿Para hacerles más partícipes de su aprendizaje? ¿Qué transformación metodológica busco? ¿Me permitirá diseñar actividades que hasta ahora no podía hacer? Según la Real Academia Española, la palabra “tecnología” alude bien a un conjunto de instrumentos y procedimientos, bien a un conjunto de teorías y técnicas. Cuando nos quedamos tan sólo en el instrumento, en el dispositivo, sin profundizar en qué hacer con él, es cuando surgen las dudas sobre la auténtica utilidad de la sinergia entre educación y nuevas tecnologías. En el momento en que decaiga la fascinación por la novedad desaparecerá el interés por su uso. Fuente: [06-enero-2024]. El Economista. Educación e innovación: cinco tecnologías que mejoran la enseñanza. https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Educacion-e-innovacion-cinco-tecnologias-que-mejoran-laensenanza-20240106-0004.html
Claudia Islas Torres

El conectivismo en tiempos del COVID-19

El conectivismo en tiempos del COVID-19 Claudia Islas Torres   Tepatitlán de Morelos, Jalisco; México. El inicio del año 2020 fue diferente para todos los habitantes de este planeta, en los últimos días del 2019 se escuchaba o leía la noticia respecto a la aparición de un virus (COVID-19) que había afectado a varias personas en la ciudad de Wuhan, China, causándoles especialmente problemas respiratorios. Quien vive en un continente diferente al asiático, pudo pensar que ese fenómeno solo estaba sucediendo en aquella lejana región. Sin embargo, con el pasar de los días y el tránsito de personas de un lugar a otro, el virus empezó a propagarse exponencialmente por todo el mundo. Las autoridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtieron sobre la llegada de una posible pandemia, noticia que para algunos dirigentes de distintos países pareció algo exagerado o de poca credibilidad. Con el pasar de los días y al observarse la gravedad de la situación, los gobernantes de distintos países empezaron a tomar medidas de aislamiento y distanciamiento social, acción que inmediatamente impactó en el sistema educativo de cada región, así como en la industria, comercio y demás actividades que implicaban la aglomeración de personas. En el presente texto se hace énfasis principalmente en el ámbito educativo, en el que dicha decisión significó que en los diferentes niveles de todos los países se buscará una estrategia que ayudará a reducir el impacto de suspender las clases presenciales, optando por hacer uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) digitalizando las clases para adaptarlas a ambientes mediados por tecnologías y para los cuales ni todos los docentes, ni todos los estudiantes estaban preparados competencialmente. En este sentido, se observó cómo de un día para otro los hogares se convirtieron en lugares de teletrabajo, de aulas de clase, de convivencia y demás actividades a las que los habitantes de los mismos habían sido forzados a realizar en un mismo espacio. Escenario que dio pie a que los estudiantes desde formación básica hasta universitaria o posgrado utilizaran internet, dispositivos móviles, computadoras, aplicaciones, sistemas administradores de aprendizaje, salas de videoconferencias, entre muchas otras herramientas que las redes proveen. Por lo anterior se alude al conectivismo (Siemens y Downes, 2004) como una disciplina que puede ayudar a explicar lo que sucede en los procesos formativos de los individuos, en el entendido de que éste surge como un marco alternativo a las anteriores teorías del aprendizaje que no previeron la aparición de las tecnologías y las conexiones en red. El conectivismo enfatiza al aprendizaje social y los entornos de cambio difusos donde los individuos no controlan completamente su proceso de aprendizaje. Está disciplina toma como punto de partida la sociedad digital conectada, postula la creciente conectividad, inmediatez a la información, importancia de la infraestructura por la que transita, la socialización global y los mundos virtual y físico desdibujados por la ubicuidad que existe (Sagar, 2014). Esta situación plantea que los procesos de aprendizaje se renuevan considerando que el conocimiento reside en las redes y el aprendizaje ocurre en ellas cuando se participa. Bajo estos supuestos y la realidad emergente que se vive a raíz del COVID-19, se diría que el conectivismo explica el aprendizaje actual, aludiendo a las relaciones que se construyen a través de la mediación tecnológica y la progresión de la generación de conocimiento; los estudiantes aprenden cuando recrean las conexiones que realizan, basándose en la externalización del conocimiento. En este sentido, las redes manejan el excedente de información que se genera y, por tanto, se convierten en una memoria viva, donde se deposita el conocimiento y se accede a él cuando se necesita. Según el conectivismo, las redes se conforman por los nodos que las constituyen, que son entidades externas que pueden utilizarse para formar un entramado y estos a su vez ser comunidades de aprendizaje, personas, organizaciones, bibliotecas, sitios web, libros, revistas, bases de datos, blogs, wikis, podcast, etiquetas y marcadores sociales o cualquier aplicación o herramienta a la que se accede, es por ello que desde esta disciplina se dice que se aprende desde la participación en las redes, con información actual, construcción de relaciones, diversidad de perspectivas, interacción síncrona o asíncrona, etcétera; que pueden observarse en sitios tan comunes como: Facebook, WhatsApp, Wikis, YouTube, Instagram, entre otros. Así, los estudiantes desarrollan sus potenciales en la sociedad conectada a la que cada individuo accede teniendo paso a nubes de conexiones de forma ubicua. El aprender entre nubes de conocimiento significa que éste se construye con el trabajo de otros, lo que permite innovar y desarrollar rápidamente ideas y conceptos; por su parte la tecnología de las redes hace que lo importante se distribuya por diversos conductos, generando una distribución que permite acrecentar el acervo personal a partir de la interiorización, y una vez aprehendidos esos conocimientos se está en posibilidad de utilizarlos, de ponerlos en práctica o de actuar sobre él.   Ante los supuestos mencionados, puede inferirse que, en su mayoría, los estudiantes están aprendiendo entre nubes, potenciando o en su defecto desarrollando habilidades digitales con las que ya contaban, pero ahora sumándole la variable aprendizaje, porque es sabido que el ser diestro en el uso de tecnologías no necesariamente garantiza ser atogestivo y por ende aprender. Pero ante esta disciplina que explica el aprendizaje en red y que se adecua a los momentos de pandemia en que se vive, cabe preguntar ¿qué sucede con aquellos que no tienen acceso a la conectividad y por consecuencia a aprender entre nubes? Ante la situación que se vive la educación a distancia adquirió una relevancia que quizás nunca había tenido porque salvo el hecho de que no podían estar en un mismo espacio los profesores y los estudiantes, sin embargo, este auge también ha dejado entrever que no todo el mundo está preparado para aprender entre nubes. Es común encontrar post, notas, blogs, twits, y algunos artículos, entre otros; donde se habla de la brecha que se está marcando entre quienes sí tienen
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