Educación para la consciencia y el autoconocimiento

Educación para la consciencia y el autoconocimiento Los mejores informes educativos que ha presentado la UNESCO para la educación mundial son los de Jacques Delors,en su libro La Educación encierra un tesoro (1996) y el de Edgar Morín (1999), Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, han recomedado como idóneos para una reforma educativa; desde la óptica del primer autor son cuatro los saberes que guiarán la educación del futuro: saber Hacer, saber a Aprender, saber Ser y saber Vivir y Convivir. Sin embargo la sociedad hipermoderna ha continuado impulsando sólo los dos primeros saberes y relegando los otros dos saberes de este modelo; por lo cual es necesario que el sistema escolar introduzca métodos para que los alumnos tengan acceso al saber ser y al saber vivir. El saber ser es una problemática ontológica que requiere conocer a qué nos referimos con la conceptualización de lo que es la realidad del humano y del universo que habitamos; esta visión ha estado acaparada desde la primera modernidad (1492-1789), por concebir que los seres humanos estamos hechos de sólo dos dimensiones: la dimensión física y biológica (formados por 50, billones de células) y la dimensión intelectual o mental (constituída por unos 60,000 pensamientos cada 24 horas).  Por lo cual la hipermodernidad (1989-2050) ha impulsado la creencia en un modelo educativo denominado por competencias el cual sólo vislumbra como real e importante, un conjunto de habilidades físicas e intelectuales para poder laborar en un mercado de trabajo nacional o mundial. Sin embargo el aprender a ser es algo más complejo, ya que en realidad tenemos cinco dimensiones: la física, la mental, la psíquica, la sutil y la espiritual; éste saber está ligado a otro que es el autoconocimiento para aprender a vivir. En este caso se necesita introducir la visión de la consciencia, la cual nos lleva a investigar que no tenemos una sola consciencia, sino cuatro. 1) La consciencia racional, al servicio del saber hacer y dominar competencias físicas o intelectuales 2) La consciencia condicionada, que son los conocimientos heredados y transmitidos por la sociedad y la cultura de la época que nos toca vivir. 3) El inconsciente descubierto por la corriente psicoanalítica de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung que nos descubre una amplia zona de emociones destructivas conocidas como “sombras” humanas. 4) La consciencia universal, la cual nos permite conectar a la consciencia uno con la infinita fuente universal de energía, inteligencia, comunicación y propósito que nos permita darle significado a la existencia. Éste aprender a ser y a vivir implica una formación para la gestión de la mente, las emociones, el alma y el espíritu; dentro de otro paradigma diferente al materialismo científico de la modernidad y que actualmente se encuentra en debate con un modelo mucho más avanzado denominado como “paradigma cognitivo de la consciencia o paradigma cognitivo transmoderno”; donde la mente es analizada no como una producción y circunvolución del cerebro, sino como un producto de la acción de los flujos de energía y consciencia universal que ingresan al cerebro, pero entendido éste como una antena receptora y no como un órgano productor de ideas. Entonces el cerebro cumple el rol de una antena que procesa lo que le envía el universo como pensamientos, segmentos holográficos o patrones neurosinápticos en forma de memoria; tales flujos mantienen con vida al cerebro; son su fuente de poder, su capacidad de pensar pero proveniente de flujos mentales de la consciencia universal a través de canales energéticos universales que llegan a la red neuronal. Mientras que el materialismo científico insiste en que la mente es un subproducto del cerebro, lo cual, es falso (Ramtha, 2007). En ésta nueva corriente teórica el autoconocimiento tiene un rol central que no existe en el antiguo paradigma científico, ya que aquí se trata de investigar la compleja realidad humana que permitan entender el vórtice de personas, lugares, cosas, momentos y sucesos que permean el aprender a ser y a vivir; comenzando por el vórtice de tu propio torbellino que es tu vida; donde se pone en práctica el significado original de la palabra “educación” o en latín “educere” que significa el proceso que se sigue en el alumno para que encuentre su propio camino en la vida; ello significa que detrás de cada alumno o profesor hay una misión y que esa misión es lo que le da sentido a la existencia. Y el propósito de la vida no es estacionarnos en la parte física, mental y emocional; sino ocupar el trono que nos compete como humanos y como metahumanos (Chopra, 2020). Esto es encontrar la conexión con la parte más metafísica y luminosa del ser humano, llamada Consciencia Universal, Magna Presencia o la Dimensión Espiritual Desconocida por la educación moderna (Krishnamurti, 1989). La conexión con la dimensión infinita del universo interior y exterior es el viaje más extraordinario al que puede aspirar un ser humano, una travesía cautivante, con gravedad de pasión y repelente a la amargura que puede sostenerse a la vez que vamos atravesando los más profundos oscuros infiernos mentales y emocionales. Pero también te hace recordar que tenemos recursos de fertilidad creativa en las mismas sombras que sublimar. Donde habrá “atorones” obstaculizantes del viaje que se expresarán mediante aferres a personas, cosas, lugares, sucesos y momentos; que aparentemente servirán para tu climax, el cual te hace creer que ya llegaste a lo mejor y más excitante de tu vida, como para descubrir después que ello te deja un vacío existencial muy difícil de vivir por el extremo sufrimiento emocional que provoca este estilo de vida. El cultivo de algo dirigido hacia la dimensión sagrada y espiritual del ser, hecho con paciencia, cuidado y atención duradera; con un enfoque de celebración del momento triunfal del climax, pero aprendiendo a vivir más allá de esto, te proporcionará una fructificación y abundancia de bienaventuranza o paz interior, lo que nace del alma es mucho más potente que lo que nace por ejemplo del climax sexual, material o del poder. Ya
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