Miguel Ángel Forte
Después de cuarenta años de ejercer la docencia en el ámbito de la enseñanza media, luego en el grado universitario y en posgrados, me encuentro, en gran parte, debido al desarrollo científico y tecnológico ante lo que se puede caracterizar como un cambio de época cuya pregunta sobre ¿Qué enseñar?, la que de alguna manera siempre ha estado presente, hoy cobra una dimensión hasta hace poco tiempo insospechada, al ritmo de cambios vertiginosos. Con solo pensar, que entre las monedas virtuales y la Inteligencia artificial, pasaron escasos seis meses.
Al comienzo del período actual de cursada en la Carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, tuve dos experiencias que pueden servir de ejemplo sobre los cambios de los que trataré de dar cuenta. Con el uso de la inteligencia artificial, optamos en principio como una solución adecuada, volver a tomar en el primer parcial, una prueba clásica in situ bajo la forma de examen de libro abierto. La primera inquietud de los alumnos fue en torno al “libro” dado que este en tanto tal, es un objeto de consumo poco frecuente entre los jóvenes estudiantes, en su mayoría de clase media y alta, urbanas.
Hasta hace poco, el libro, era reemplazado por las fotocopias, las que, a partir de la pandemia, también entraron en desuso y en su lugar, comenzaron a circular PDFs de manera virtual. Es decir, se ha hecho frecuente en la mayoría de los casos, la lectura en pantalla. A propósito de la propuesta de la cátedra, los estudiantes expresaron su inquietud al preguntar sobre la posibilidad de que el “libro abierto”, fuera reemplazado por, en sentido metafórico, la “pantalla abierta”.
Pero como, por lo general, los alumnos no llevan su notebook al aula, el parcial de libro abierto, pasó a ser: Primer examen parcial de celular abierto. Desde luego que optamos por confiar en los alumnos sobre lo que veían en su smarthphone. Antes de que la Inteligencia Artificial reemplace no solo al libro sino también, robótica mediante al docente en el clásico proceso de enseñanza aprendizaje, recordemos aquello que decía Nietzsche acerca del significado de la docencia que tal vez sea la forma que nos da de defenderla.
Enseñar a hablar, a pensar, a leer y a escribir. Y pensemos que tal vez, la sugerencia del filósofo no esté indicando lo que sigue resultando irremplazable.
Autor: Miguel Ángel Forte
Sociólogo. Profesor Titular Regular Plenario de Sociología General. FSOC. UBA. IIGG. FLACSO
