Opinión

Encuentros entre psicoanálisis y pedagogía

Hugo Arce Escuela Hietzing. La Escuela Hietzing, fue pequeña escuela que abrió en el distrito 13 de Viena en 1927, se parecía más a una cabaña de madera partida de Nueva Inglaterra que a un establecimiento educativo tradicional. Con solo dos pisos de varias habitaciones cada uno, la escuela fue apodada entrañablemente la “Caja de Cerillas” por los estudiantes y la facultad. Dado que tanto la escuela como su patio de recreo se habían construido en el antiguo jardín de Eva Rosenfeld, detrás de su casa en Wattmanngasse, sus clases daban al único nogal restante. Sus “ramas eran una especie de balcón al que los niños subían desde las ventanas del primer piso”, como Rosenfeld lo describió más tarde. Los niños formaban una pequeña multitud en el mejor de los casos, y en los primeros años de la escuela, todos almorzaban juntos. En el interior, el piso superior estaba dividido en dos aulas y una biblioteca, o más bien un gran aula llena de estantes de la biblioteca, un pizarron para coleccionar imágenes y carteles sobre geografía y gramática clavados en la pared. Una escalera bastante ancha, pintada de verde, alivió el tráfico peatonal de arriba a abajo. El piso inferior se entraba desde el patio de recreo, tenía un pequeño guarda ropa a la izquierda, la oficina del director a la derecha y el taller comunitario con grandes mesas y dos bancos de trabajo al final. Hasta principios de la década de 1930, Peter Blos compartió la oficina del director con Erik Erikson (entonces Homburger) y August Aichhorn tanto para asuntos curriculares como administrativos. Entre 15 y 25 estudiantes asistieron en cualquier momento; se separaron en un “grupo más joven” y un “grupo mayor” que terminó en el equivalente a sexto grado. Hoy en día se llamaría una “microescuela”. Alrededor de una docena de niños más se inscribieron antes de que la escuela cerrara en 1932. El objetivo original de los fundadores era implementar el concepto de Anna Freud de una escuela “organizada de acuerdo con principios psicoanalíticos”. Pero cómo y por qué Hietzing llegó a figurar como mucho más que una mera adición a la historia del psicoanálisis y la educación es una narrativa compleja. La Escuela Hietzing abrió en el otoño de 1927 en un frondoso distrito de Viena. La idea surgió, en parte, de la búsqueda que Dorothy Tiffany Burlingham llevó a cabo para encontrar una escuela adecuada para su hijo Bob, de doce años, y sus tres hijos más pequeños. “Antes de casarme”, dijo Burlingham (1975) a Peter Heller, “tenía esta fantasía de adoptar a muchos niños y el tipo de escuela que tendría para ellos. Tuve una educación horrible [y] quería darles algo que no fuera tan horrible”. Con el final de su complicado matrimonio con Robert Burlingham, Dorothy había traído a sus hijos a Viena en 1924 para un respiro, seguridad y psicoanálisis. Entonces, dado que “los niños estadounidenses de Dorothy no encajaban en las escuelas convencionales de Viena”, como explicó Anna Freud, “su remedio obvio fue fundar una escuela moderna propia”. La escuela moderna sería, posiblemente, un compromiso entre la propia fundación de su padre en Laurelton Hall, una escuela de arte sin plan de estudios, clases, reglas o maestros, y las escuelas privadas estructuradas a las que había asistido en Nueva York. La visión de Dorothy encajaba en una ideología educativa moderna, en la que se instó a los maestros a dejar que los alumnos encontraran lo que les excita y recompensaran su búsqueda del aprendizaje independiente. Fundar la nueva escuela no fue solo idea de Dorothy. Mientras que “Dorothy estaba implementando la mejor escuela posible”, dijo Erikson, “Anna Freud, por supuesto, era discretamente omnipresente”. A las dos mujeres se les unió su amiga Eva Rosenfeld. “[Ellos] soñaron con toda la idea juntos… para niños de diferentes nacionalidades cuyos padres estaban en análisis o que tal vez estaban en análisis ellos mismos”. Pero Eva tenía un motivo completamente diferente para comenzar la escuela. A la pregunta retórica “¿Por qué una escuela?” Ella respondió: “Nunca pensé en mis razones para elegir ese tipo de monumento para mi hija; quería encontrar consuelo para mi propio corazón triste al estar con los más jóvenes”. Su hija Mädi, de quince años, murió ese año en un repentino accidente de montaña. Una nueva escuela progresista estaba más en consonancia con la carrera de Eva Rosenfeld de lo que ella dejó ver. “El trabajo de su vida – ayudar, enseñar, sanar… con un feroz sentido de justicia”, como lo describió su hijo Victor Ross (de nacimiento Rosenfeld), se había lanzado en zellerhaus, un servicio de trabajo social para niñas sin hogar en su Berlín natal de principios del siglo XX. Eva se mudó a Viena después de casarse con Valentin Rosenfeld, asistió a las conferencias de Freud y, después de la Primera Guerra Mundial, transformó parte de su casa en “un modelo de gestión del hogar y la jardinería, una especie de ‘estación de investigación’ con funciones psicológicas más profundas para las mujeres jóvenes” . Un pensionista era paciente de la amiga cercana de Eva, Anna Freud. En realidad, Eva era cercana tanto a Anna como a Dorothy, pero en ese momento Anna se sintió tan cómoda en la casa de Eva que, con sus padres en un día de carnaval en diciembre de 1926, le escribió a Lou Andreas-Salomé: “Para no estar tan sola en Berggasse, me mudaré con Wolf a casa de Eva Rosenfeld en Hietzing”. Antes de instalarse en el gran apartamento del cuarto piso en Berggasse 19, la familia Burlingham vivía en una bonita cabaña en la propiedad de Semmering de los amigos estadounidenses de Dorothy, Ruth y Arthur Sweetser. Anna y Dorothy se habían acercado; Anna estaba analizando a Bob y Dorothy estaba analizando con Freud. Siguiendo el consejo de Eva Rosenfeld, Dorothy ya había contratado a Peter Blos, un estudiante de pre-medicina en la Universidad de Viena que había crecido en una familia de intelectuales alemanes. Él daría clases particulares

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Cultura de paz inteligente en tiempos de violencia

David Auris Villegas – davidauris@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-8478-6738 Vivimos en un mundo interconectado por la inteligencia artificial y la alta tecnología, fruto de la inteligencia humana que nos ha acercado a las estrellas. Analizando este vertiginoso desarrollo, observamos con angustia que nos hemos alejado de la vecindad que comparten nuestro cálido idioma. Este afán de un superpoder impositivo sobre los demás, ha desencadenado una desgarradora violencia e infelicidad a nivel global, teniendo paradójicamente como blanco al hombre y su entorno. A lo largo de este contexto sombrío, marcado por el carácter autodestructivo y destructivo de la mayoría de las personas, es esencial esbozar un camino hacia un futuro más positivo. Entonces, pongámonos a cultivar una cultura de paz inteligente no solo para resolver los conflictos, sino con el afán de caminar juntos en la búsqueda de un bienestar común más allá de nuestras diferencias. Para la reconocida pedagoga española, Nélida Zaitegi, la convivencia es respetar a la dignidad de las demás personas, a sus derechos bajo una convivencia de manera consciente, apelando a la gestión de la inteligencia interpersonal. Diríamos que para lograr el éxito y disfrute de la convivencia inteligente, es pertinente cultivar de manera sostenida e incansable el respeto a los demás como pilar de vida. Para asegurar nuestra presencia en el mañana que aparentemente se nos promete muy atractivo gracias a la tecnología, es necesario establecer un acuerdo de mutua convivencia basado en el diálogo intercultural inclusivo y colectivo que naturalmente es un desafío en una sociedad anegado por la posverdad y el creciente individualismo. Además, es necesario adoptar una ciudadanía dispuesta a erradicar toda forma de violencia y para ello, implementemos programas educativos que valoren la diversidad y canalicen la participación activa de todos en la comunidad a fin de evaluar, reajustar y fortalecer estos acuerdos que pueden salvar nuestras vidas. Como un aliado social, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció, El Día Internacional de la Paz cada 21 de septiembre desde 1982, con el objetivo de sembrar la paz en la mente de todas las personas. Asimismo, el Dr. António Guterres, Secretario general de las Naciones Unidas, nos invita a cultivar una cultura de paz que reemplace a la división, la exclusión y la desesperanza por justicia, igualdad y optimismo para todos. Avancemos hacia una sociedad que aprenda a ejercer una inteligente cultura de paz, aprovechando las oportunidades que nos brinda la inteligencia artificial. David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPC.

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Educación y democracia

David Auris Villegas davidauris@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-8478-6738 La democracia es clave para que el poder circule y sea accesible a todos. Es un sistema que garantiza la participación equitativa y transparente de todos los ciudadanos en la toma de decisiones políticas y gobernanza del destino de la sociedad. Instituye los derechos y voces de cada individuo donde todos somos iguales ante la ley y, precisamente, estas bondades han de cultivarse en el territorio educativo. El expresidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, definió a la democracia de manera magistral, “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Esta poderosa frase resume el significado de la democracia que cada ciudadano del planeta debe estar familiarizado. Consciente de su impacto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebra su valor cada 15 de septiembre. Es fundamental que toda la sociedad la promueva, ya que la democracia nos permite vivir con respeto, libertad e inclusión. Para que las personas cultiven la democracia participativa, es perentorio que aprendan a pensar en grupo y tomar decisiones informadas, y esa es una responsabilidad de la educación. Enseñar y practicar la democracia en las escuelas, implica incorporar la educación ciudadana en el currículo para el ejercicio activo de los estudiantes en la vida escolar, potenciando el pensamiento crítico mediante debates basado en casos. Además, establecer valores democráticos y respetar la pluralidad de opiniones en la escuela, prepara a los estudiantes para una exitosa vida democrática. Eduquemos a los niños la práctica de la democracia en el hogar, promoviendo el diálogo respetuoso y horizontal entre todos y, escuchemos su voz en la interrelación familiar. Animarlos a expresar sus ideas e involucrarse en actividades comunitarias, es otra de las maneras de cultivar la democracia participativa desde la temprana edad. Sin embargo, en nuestro país, en nombre de la democracia, es común que muchas personas formen partidos políticos, prácticamente como un negocio personal. Algunos candidatos a alcaldías y gobiernos regionales, “compran votos” para ser elegidos y así tenemos a tantas autoridades cuestionadas por la justicia. Aunque todos tenemos el derecho de ser elegidos, creo que las personas que hayan cumplido condena por algún delito no podría ser autoridad, ya que sería como poner al zorro al cuidado de las gallinas. La democracia es una herramienta fundamental para el desarrollo y el bienestar social. Es nuestra responsabilidad cuidarla y perfeccionarla para asegurar que las futuras generaciones vivan en un entorno más justo y próspero. Artículo publicado en el Montonero ©David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPC.

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Vulnerabilidad heredada: La otra cara de la generación de cristal

Fredy E. Cauich CarrilloIEMS- SECTEI CdMx “El mundo ideal es el mundo en el que aprendemos a controlar el crecimiento de población de tal forma que en cada país no haya demasiada gente. Un mundo en el que cuando tomas una decisión te preguntes: ¿Cómo afectará esta decisión de hoy a las generaciones del futuro? Un mundo en el que no tengamos tanta presión por parte de los grandes negocios. Un mundo en el que se permite a los niños ser niños y divertirse. Y un mundo en el que aprendemos a respetar a los demás seres vivientes y a estar en armonía con la naturaleza” Dra. Jane Godall El término “generación de cristal” ha sido ampliamente utilizado para describir a los jóvenes del siglo XXI, caracterizándolos como frágiles y fácilmente ofendidos. Sin embargo, esta etiqueta despectiva  ignora los factores complejos que han dado forma a las nuevas generaciones. Los jóvenes de hoy están en un mundo complejo, enfrentando desafíos sin precedentes. Han sido testigos invisibilizados de cambios profundos en el mundo, desde avances tecnológicos hasta crisis ambientales globales, y han crecido en un entorno donde la información está al alcance de un clic, pero también cargado de incertidumbre, sofismas y estrés. Juzgar a estos jóvenes sin considerar el contexto en el que crecieron es injusto. En mi opinión, lejos de ser frágiles, ellos muestran niveles de empatía, conciencia social y compromiso interesantes, pero que nuestras ataduras del siglo pasado nos impide percibir. Esta generación crece en un entorno caracterizado por la incertidumbre, la sobrecarga de información y la presión por alcanzar la ficción de la perfección y por otra parte la vulnerabilidad atribuida a esta generación no surge de la nada. Muchos jóvenes han sido criados por padres que, en su intento de protegerlos, priorizaron su seguridad emocional y física, a veces a expensas del desarrollo de la resiliencia. Los padres de hoy, a menudo sobrecargados y enfrentados a presiones laborales y sociales sin precedentes, hacen lo mejor que pueden para criar a sus hijos. Culparlos por las características de la generación de cristal es simplista y contraproducente. La supuesta fragilidad de esta generación no es una falla inherente, sino el resultado de un contexto sociocultural. En lugar de señalar con el dedo, debemos colaborar para crear entornos más saludables y equitativos para todos, ellos y nosotros. Para potenciar a los jóvenes, es fundamental ofrecerles una educación que no solo transmita conocimientos, sino que también fomente la resiliencia, la creatividad y el pensamiento crítico. Esto implica replantear la evaluación implementando sistemas más auténticos y personalizados que promuevan el aprendizaje profundo y la creatividad; fomentar el aprendizaje socioemocional desarrollando habilidades como la empatía, la resiliencia y la inteligencia emocional en los estudiantes; aprovechar las tecnologías educativas para transformar la forma en que enseñamos y aprendemos; y crear una colaboración entre la escuela y la familia para un entorno de aprendizaje integral que involucre a la escuela, la familia y la comunidad. La tecnología y las redes sociales han transformado radicalmente la forma en que vivimos y nos relacionamos. Si bien estas herramientas ofrecen numerosas oportunidades, también presentan desafíos para la crianza de los hijos. Los padres deben navegar por un entorno digital complejo y aprender a establecer límites saludables para proteger a sus hijos.  Para la gran mayoría de los padres, es natural querer proteger a los hijos de cualquier daño. Sin embargo, es importante recordarles que la adversidad también puede ser una oportunidad para crecer y aprender. Al permitir que los hijos enfrenten desafíos de manera gradual y con nuestro apoyo, como institución educativa, les estamos enseñando habilidades valiosas para la vida. La comunicación abierta y honesta es fundamental para construir una relación de confianza con nuestros ellos. Al escuchar sus preocupaciones y validar sus emociones, les estamos mostrando que ya no son invisibles. Consideremos un ejemplo:Juan, un joven de 18 años recién egresado de la educación media superior, creció en una familia donde sus padres se esforzaron por protegerlo de cualquier adversidad. Desde pequeño tuvo acceso a una educación y un ambiente familiar sin adjetivos de bueno o malo. Sin embargo, cada vez que enfrentaba una dificultad, sus padres intervenían rápidamente para resolverla. Esta protección constante, aunque bien intencionada, tuvo un efecto secundario: Él no desarrolló las habilidades necesarias para manejar el estrés y las dificultades por sí mismo. Al llegar a la universidad, se encontró con un mundo menos indulgente y más competitivo. Sin la intervención constante de sus padres, Juan comenzará a sentirse abrumado por la presión académica y social. El caso de Juan no es único. Muchos jóvenes han experimentado una crianza similar, donde la protección excesiva ha limitado su capacidad para enfrentar desafíos de manera autónoma. Este proceso, conocido como “crianza helicóptero”, ha sido identificado como un factor que contribuye a la percepción de la generación de cristal. Los padres helicóptero, en su deseo de proteger a sus hijos, a menudo sin darse cuenta, les privan de la oportunidad de desarrollar habilidades de afrontamiento y resiliencia. Es importante reconocer que esta forma de crianza no surge de la negligencia, sino de un deseo profundo de proteger y asegurar el bienestar de los hijos. Sin embargo, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre brindar apoyo y permitir que los jóvenes enfrenten y superen sus propias dificultades. La protección excesiva puede tener consecuencias no deseadas, y es aquí donde se hace evidente la necesidad de un cambio de enfoque. En lugar de juzgar a la generación de cristal, debemos enfocarnos en proporcionarles las herramientas y recursos necesarios para fortalecer su resiliencia. Esto implica fomentar un ambiente donde se valore la autonomía y la capacidad de afrontar desafíos, al mismo tiempo que se ofrece un apoyo adecuado. Programas de educación emocional y habilidades para la vida pueden ser fundamentales en este proceso, ayudando a los jóvenes a desarrollar la confianza y las habilidades necesarias para enfrentar el mundo con fortaleza y adaptabilidad. Es esencial que la sociedad en su conjunto cambie su percepción de la

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Retos del maestro universitario

David Auris Villegas- davidauris@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-8478-6738 La revolución tecnológica está impactando profundamente en el ámbito educativo, donde incluso el más mínimo traspié de un profesor universitario puede inundar las redes sociales, erosionando su vida profesional. En consecuencia, el mero dominio de su campo, el manejo de las TICs y las habilidades didácticas ya no son suficientes. Es imperativo que cultiven la capacidad de mantener una concentración inquebrantable de empatía en cada instante de su labor académica, frente a una generación de estudiantes digitales. El maestro universitario aborda el desafío de descubrir en cada individuo sus diversos sueños para despertarlos, como un catalizador de mejora continua. Además de la práctica del networking para su desarrollo profesional y la competencia digital en innovación tecnológica y transformadora, ellos se mantienen al día con los conocimientos más recientes en su campo y las megatendencias globales. Se espera de los maestros una labor visionaria que promueva la ambición y afán de superación personal en la población estudiantil. Como su labor es juzgada constantemente por la sociedad, ellos han de practicar la cultura de aprender y desaprender, así como la de dominar las habilidades interpersonales de las emociones, tal como prescribe el renombrado psicólogo Daniel Goleman. Para inspirar es esencial que ellos construyan su legado moral y ético, siguiendo el consejo de la experta Adela Cortina. Quizás el más grande reto que enfrenta el docente universitario radica en convertirse en una persona íntegra, tratando a todos con respeto académico y empatía solidaria.  Por otra parte, ser maestro significa cultivar la amistad con la didáctica, inspirado por el legendario pedagogo Comenio, con el propósito de asegurar los aprendizajes para una exitosa vida a través de una rigurosa evaluación que, empodere a los estudiantes pensar diferente en un mundo altamente impredecible. Según la perspectiva de la experta Rebeca Anijovich, la evaluación debe ser justa, eficiente y motivadora que permita asegurar los aprendizajes. Asimismo, el maestro, antes de asignar tareas a sus estudiantes, están obligados a demostrarlo, como la de investigar y publicar artículos en revistas científicas indizadas a Scopus, Web Of Science y Scielo, para así ganarse el respeto académico. El hecho de que un docente de posgrado no tenga publicados libros relevantes en su campo y que estos no estén disponibles en librerías físicas y digitales resulta incomprensible, dado que estos académicos están directamente involucrados con profesionales. El maestro universitario no solo se destaca como un hábil comunicador bilingüe, sino que también se posiciona como un eterno aprendiz, inspirando personas innovadoras mirando al futuro. © David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.

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El maestro de escuela ante el escrutinio público

David Auris Villegas- davidauris@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-8478-673 Los educadores son protagonistas sociales por naturaleza. Cada acción pasa por el lente del escrutinio público. Los resultados de su labor pedagógica pueden impactar en su prestigio o su aniquilación personal y académica, haciendo de esta actividad una profesión soberbiamente sensible, ya que un maestro, en su dilatada labor, puede inspirar cientos de vidas o sencillamente apagar miles de sueños. Las expectativas sociales que se concentran en los maestros cobraron un duro revés, con esta grave revelación. A finales del mes de mayo, en Radio Programas del Perú, la educadora y líder del Consejo de Mujeres Awajún, Rosemary Pioc, dijo que desde 2010 al 2024, se han registrado 524 denuncias formales, contra maestros por agresión a los estudiantes de la provincia de Condorcanqui, región Amazonas. Este testimonio se hizo eco en los titulares periodísticos y ha generado un debate público que deja mal parado al magisterio peruano. Con respecto a esta agresión y perjuicio hacia las niñas y niños por parte de estos educadores, considerados superhéroes por los estudiantes y padres espirituales por la sociedad, el Dr. Morgan Quero, actual ministro de educación, lo ha mencionado como una costumbre cultural. Con toda honestidad, creo que el ministro debió condenar este abusivo maltrato e impulsar una exhaustiva investigación y, desde el momento, asignar un equipo de psicólogos que puedan brindar apoyo a los estudiantes afectados y sus familias. Retornando a la acción docente, no basta que los maestros transmitan conocimientos y ostenten grados académicos en nombre de la meritocracia. Como hemos podido apreciar, no todos los educadores cultivan y ponen en práctica los valores morales como piedra angular de su magisterio, por lo que urge implementar una permanente capacitación y seguimiento constante en habilidades blandas y empatía solidaria que recomienda la Unesco, para humanizar más a esta hermosa profesión. Dado que la formación del educando se basa en principios éticos, la sociedad no solo debe limitarse a criticar contra las acciones negativas de algunos maestros, sino asumir un compromiso de cooperar estrechamente con el ejército docente, de tal manera que todos eduquemos el hábito saludable de vivir en armonía y respeto. En el aula o fuera de ella, asumamos el reto social de practicar la ética de hacer el bien a los demás y minimizar el sufrimiento a las personas para un mundo más humano y compasivo, Argumenta la prestigiosa filósofa española, Adela Cortina. Los educadores son motores de cambio. Como ingenieros sociales junto a la sociedad, son los llamados a desarrollar un liderazgo compartido para una vida mejor o infeliz de los estudiantes. © David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.

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Cuidado ambiental como símbolo de peruanidad

David Auris Villegas – davidauris@gmail.com Curiosamente, al amanecer un pajarillo posado en mi ventana me despertó con un dulce trino, recordándome que soy un intruso. Esta inesperada visita me empujó a escribir este artículo desde mi peruanidad. En nombre de la modernidad, hemos demolido sus casas verdes, reemplazándolos con edificios que simbolizan nuestro rimbombante progreso. Disfrutamos de la vida y las aves, antes dueñas de los árboles, ahora son apenas sobrevivientes y forasteros que a veces se dejan ver en las grandes ciudades como en la mañana de hoy. La “peruanidad” es un término que el recordado pensador peruano, Víctor Andrés Belaúnde, acuñó. Se refiere al sentimiento de identidad que vincula a los peruanos con la nación asentada en su tierra biodiversa y sus tradiciones, su historia y cultura. Además de esto, ser peruano significa valorar y gestionar el medio ambiente, apelando a nuestra inteligencia ecológica desarrollada en las escuelas desde la más temprana edad. Esta proximidad del 5 de junio, Día del Medio Ambiente, y el 7 de junio, Día de la Bandera en Perú, destaca a la educación ambiental como una herramienta catalizadora que fusiona el patriotismo y la conciencia ecológica. La integración de la educación ambiental es un enfoque que evidencia que, la defensa de la bandera también implica un compromiso activo con la preservación del entorno natural. De esta forma, cultivamos una peruanidad que valora nuestra identidad cultural, así como nuestra abundancia ecológica. Para el pensador alemán, Hans Jonas, la responsabilidad ecológica no es una opción, es una obligación moral. Esto significa que preservar el entorno no es solo una decisión personal, sino una obligación ética de todos, inherente a nuestra existencia. Esta responsabilidad moral de salvaguardar los ecosistemas para las futuras generaciones es nuestra tarea para asegurar la sustentabilidad y el bienestar de todos los seres vivos en la Tierra.  Asimismo, la aldea global ha cambiado de escenario. Ahora la naturaleza se encuentra dentro de las polis, convertida en una cuestión política, que está en nuestra responsabilidad protegerla o no, señala el filósofo español Alfredo Marcos Martínez. No obstante, en la actualidad parece que se nos va de la mano, debido a que nuestro voraz apetito de explotar por un supuesto bienestar actual, se ha apoderado de nuestra cultura depredadora como estilo de vida moderna. En estos momentos difíciles, cada nación debe establecer en sus prioridades el cuidado del medioambiente y consideremos que nosotros no somos superiores a los demás seres vivos. Como únicos individuos inteligentes, nuestra responsabilidad y desafío es proteger y dejar una mejor versión de la naturaleza a las generaciones venideras. © David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.

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Artículo: Los libros, clave para el éxito educativo

Los libros, clave para el éxito educativo

David Auris Villegas davidauris@gmail.com Abril, un mes repleto de significado. El pasado 23 de abril, celebramos el Día del Libro. Este formidable instrumento ha transformado a la humanidad y continúa empoderándonos a los lectores de: Cervantes, Shakespeare, el Inca Garcilaso de la Vega y tantos escritores. La lectura otorga poder a los estudiantes al expandir sus horizontes mentales y emocionales. Le brinda un acceso a una amplia gama de conocimientos, perspectivas, enriqueciendo su pensamiento crítico, creativo y visionario, que constituyen las habilidades fundamentales para alcanzar el éxito en la vida. De acuerdo al Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), en el mundo hispano, los peruanos leemos tres libros por año y los españoles leen alrededor de diez, en contraste con Finlandia, que leen alrededor de cincuenta libros al año. Esto implica que el Estado debe impulsar una masiva promoción de la lectura, considerándolo como elemento relevante en la educación de los estudiantes, de lo contrario continuaremos anclados en el subdesarrollo. Los expertos coinciden en que la escasa lectura durante la formación del estudiante tendrá un impacto negativo en el ámbito escolar y en su entorno social. En la escuela, al no cultivar el hábito lector, será difícil continuar con éxito su formación profesional. Asimismo, en el ámbito social, la falta de lectura puede obstaculizar el desarrollo de la empatía y la capacidad de entablar conversaciones significativas, causándole un aislamiento y dificultad para interactuar en una sociedad que se mueve en función de la comunicación. Para el más grande del siglo XX en lengua castellana, Jorge Luis Borges, la lectura constituía una forma de felicidad y el acontecimiento capital de su vida fue la biblioteca de su padre. Y para nuestro querido Premio nobel, Mario Vargas Llosa, dice que la cosa más importante que le ha sucedido en la vida fue aprender a leer. En este sentido, la lectura nos conlleva poseer una cultura que es motor de desarrollo de un país. Parafraseando a la Unesco, podríamos decir que esta cultura es una forma o estilo de vida de una persona o una sociedad. Puede ser moldeada y fortalecida mediante la lectura en la escuela, en la familia y en la colectividad, haciendo de nosotros, ciudadanos responsables y capaces de convivir en una verdadera armonía como una sociedad civilizada. ¿Y cómo está nuestra cultura en este mes de las letras? Imitando al gran Bertolt Brecht, cabe estas extrañas disquisiciones: ¿Es posible caminar seguros con nuestras novias por las calles de las grandes ciudades? ¿Podemos circular por las veredas sin tropezarnos con objetos de negocios? ¿Existen bibliotecas públicas en las localidades más alejadas? ¿Todos los niños y jóvenes en edad escolar se encuentran en la escuela? ¿La sociedad considera que el camino más rápido para obtener ingresos es la política? ¿Por qué la presidenta peruana visita a los lugares más pobre del país, luciendo joyas valoradas en miles de dólares? ¿Por qué el delincuente no acepta que ha robado? Ante tantas interrogantes, volquémonos a leer algún libro que nos ayude a vivir sin trampas para ser mejores personas. © David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.

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Entrevista a la Dra. Juana Sancho Gil, educadora y estudiosa de las TICs y referente mundial en Educación

“Siempre me han interesado las TICs para pensar y no solo para aplicar”Juan Sancho Gil Por: David Auris Villegas[1] “La invitación del profesor David Auris Villegas a mantener una conversación sobre el nuevo tema de moda, la denominada Inteligencia Artificial (AI), me ofrece una nueva oportunidad para seguir pensando y mantenerme en modo aprender.  Gracias, profesor. Como he señalado en distintas ocasiones, la educación sigue siendo mi pasión. He dedicado toda mi larga vida laboral a la educación y si hoy tuviera que elegir a qué dedicarme, no lo pensaría ni un segundo: a la educación. De hecho, de formas diferentes, me sigo dedicando. Sigo pensando, como reconoció Albert Camus al recibir el premio Nobel de Literatura, que sin su madre y sin su profesor, el Sr. Germain, “la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto”. Recibir la mirada atenta, el afecto y el calor de un ser humano que nos reconoce, valora e impulsa a aprender, es el mayor regalo que nos puede proporcionar la vida. ¿Queremos sustituirlo por una IA?” Juana Sancho Gil. Catedrática de Tecnologías Educativas del Departamento de Didáctica y Organización Educativa de la Universidad de Barcelona, España.  Esta entrevista, que nos concedió la Dra. Juana Sancho Gil, se publicó por primera vez, en la revista internacional bilingüe de educación y literatura AURIS, número 03. https://edicionesauriseduca.com/web/2024/04/02/revista-auris-ano-01-n-03-enero-2024/ DAV. Estimada Dra. Juana, como especialista en las TICs, ¿qué problemas de dependencia cognitiva pueden surgir en los estudiantes mediante el uso de la inteligencia artificial? JSG. Profesor, gracias de nuevo por su la invitación. En primer lugar, dejar constancia de que más que “especialista en las TICs”, me considero educadora y estudiosa. Desde que participé, a comienzos de 1980, en el primer programa de informática educativa que se puso en marcha Cataluña (España), siempre me han interesado las TICs para pensar y no solo para aplicar.  En relación con la llamada IA, para mí, de momento, contamos con una gran multiplicidad de opiniones, muchas de ellas entusiastas, pero muy poca menos investigación empírica. El fenómeno de la dependencia cognitiva, o sedentarismo cognitivo (Sigman y Bilinkis. 2023), aumentó con los recursos digitales que facilitaron la producción y acceso a la información a un enorme número de personas. Pero, como argumenta Savater (1998, s. p.) “No es lo mismo información que conocimiento. El conocimiento es reflexión sobre la información, capacidad de discernimiento y discriminación respecto a la información que se tiene, capacidad de jerarquizar, de ordenar, de maximizar la información”. La facilidad para encontrar las respuestas deseadas, independientemente de su rigor y veracidad; de acceder, prácticamente sin límites, a miles y miles de fondos de información y plataformas -muchas de ellas diseñadas con tecnologías persuasivas para mantener la atención (Fogg, 2003)- y de conectar con colectivos que refuerzan nuestras creencias y visiones, lleva años contribuyendo a la aparición de transformaciones significativas que impactan los procesos de enseñanza y aprendizaje. Aquí podemos considerar la aceleración del denominado “filtro burbuja”, al aislamiento intelectual derivado de algoritmos para personalizar el resultado de las búsquedas (Pariser, 2017). Al fenómeno del “eclipse” y la dispersión de la atención (Fernández-Savater y Etxebarria, 2023; Hernández y Sancho, 2024). Para Fernández-Savater (2023) “la imposibilidad de la atención se ha convertido en un problema de primer orden. La atención no es sólo aptitud para la concentración individual, sino también la facultad de acoger y escuchar, de cuidar los vínculos” (s. p. cursiva en el original). Esta dispersión afecta a una de las claves de la relación pedagógica y del aprendizaje: la capacidad de ser deseante, al deseo de aprender. Para Simone Weil el deseo “es el gran constructor de mundos y la atención, su herramienta” (Arnau y Martínez Gallardo, 2021, s.p.).  La llamada IA está contribuyendo a la magia de la tecnología, que viene cargada de promesas de mejora de los individuos y la humanidad. Como toda magia nos encanta y hechiza, pero tiene truco. Como educadores, como personas comprometidas con el desarrollo del potencial de cada individuo, hemos de estar alerta y preparados para, como dice un antiguo refrán, distinguir el grano de la paja. Porque ¿de qué nos sirve que un algoritmo nos ofrezca respuestas cuando lo que ha propiciado los mayores avances científicos y sociales ha sido la capacidad de formular preguntas? ¿Podemos situar y contrastar el rigor, la autenticidad y la honestidad de la información y las inferencias realizadas por la IA? ¿Podemos darle sentido a la respuesta recibida, la entendemos, nos ayuda a aprender sobre nosotros mismos, los otros y el mundo que nos rodea? Sí, sé que son muchas preguntas, y hay muchas más, pero si queremos educar, no tenemos más remedio que encararlas. DAV. ¿La inteligencia artificial puede reducir la brecha de conocimientos y ampliar el aprendizaje más allá de los contextos? JSG. Personalmente, no lo tengo nada claro. Para responder, necesitaría información sobre cómo se sitúa en el contexto educativo. ¿Se entiende como el “oráculo de Delfos”, que nos da todas las respuestas? ¿Somos capaces de situar en qué fuentes se alimenta, de establecer un diálogo crítico con lo que nos ofrece o solo lo aceptamos de forma sumisa?  Trascender nuestros contextos, cuestionar nuestros marcos mentales, requiere predisposición, actitud crítica, capacidad de diálogo y ya es bien sabido que no basta con la mera posibilidad de acceder a la información. Siempre me he sentido muy a gusto en las bibliotecas y cuántas veces he pensado: “si tuviera tiempo para leer todo el saber recogido en todos estos miles de páginas, ¿cómo sería mi visión del mundo? ¿Qué podría hacer y pensar?”. Hoy, damos la espalda a muchas fuentes de saber y nos vamos a lo que parece más fácil, basta con hacer una búsqueda en una aplicación digital y copiar la respuesta. Pero ¿esto es aprender? ¿Me permite ampliar mi contexto? Por ahora, yo diría que no. No tengo otras evidencias. DAV. ¿Se podría afirmar que, tal como sostienen los expertos, la IA es una excelente herramienta para solucionar

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El docente, impulsor de una vida mejor

David Auris Villegas – davidauris@gmail.com Como profesor y columnista, estoy convencido de que es más importante vivir de manera optimista, en lugar de atormentarse por los sinsabores de la vida. De acuerdo con nuestro estado de ánimo, impactamos y transformamos la vida de los estudiantes, haciendo de ellos más felices o infelices. No obstante, guiarlos hasta lograr construir su mejor versión es nuestro deber. En un planeta impredecible y líquido, en el cual los valores prácticos y los conocimientos, rápidamente se diluyen y se multiplican debido al imparable progreso de la ciencia. Las expectativas de los niños, adolescentes y de la sociedad, se encuentran en las espaldas de los educadores como alma de la educación, puesto que en sus manos radican cierta parte de lo que ellos vivirán mañana. Esta enorme responsabilidad formativa, lo convierten en garantes de una sociedad más justa, equitativa y con mayores oportunidades para todos, en correspondencia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 4 al 2030. Abocados a formar buenas personas, para un mundo más democrático y sostenible, creo que los docentes debemos abrazar la resiliencia y apoyarnos en tantos referentes mundiales, quienes coinciden que la educación transforma vidas. Se consigue esto desde la labor pedagógica inspiradora, lo cual es un desafío para la comunidad docente, porque somos los profesionales más vapuleados en los países en vías de desarrollo. ¿Cómo podemos contagiar de entusiasmo a los estudiantes, cuando la sociedad poco nos valora?   Es cierto, pero los maestros convivimos con los estudiantes en nuestra labor pedagógica, por lo que ellos, terminan influenciados por nosotros. Por ello, esforcémonos en cultivar una actitud alegre ante la vida cotidiana, para transmitir esa cualidad en las aulas, como una forma de vida, según afirma Víctor Küppers. Esther Wojcicki sostiene que los educadores somos responsables de formar estudiantes que consideren a sus compañeros, amigos y no competidores. Al verse como aliados, cada día al despertarse sabrán que cuentan con su socio de la vida para realizar sus sueños. La presente acción implica que la comunidad docente pueda exhibir su vivencia en las instituciones educativas con base en la empatía. Esto refuerza el concepto de prójimo que, en estos tiempos, no tiene trascendencia debido a nuestro individualismo alimentada por las redes sociales. Asimismo, los docentes, a pesar de sus limitaciones económicas, han de abocarse a impulsar la pasión por el aprendizaje y la innovación, esto lo evidencian ante los estudiantes mediante hechos. Escriben y autopublican libros virtuales, brindan conferencias, producen y comparten contenidos en la autopista de la internet. Sin embargo, ¿los educadores están inspirando a los estudiantes? En el Perú hay pocos y cuando algunos de ellos ganan premios, la mayoría abandona la escuela y se pasan a las universidades o se convierten en funcionarios. Lo cual no está mal. Por consiguiente, además de adquirir conocimientos, aprendamos las actitudes inspiradoras de personas como, Gisei Dionicio Antazú y tantos otros, que han demostrado una extraordinaria pasión por la vida. Para terminar, en un entorno en el que la educación es una fuente primordial para el progreso humano, sin importar su situación y condición, los educadores, con sus actitudes positivas, pueden contribuir a mejorar la vida de millones de estudiantes. © David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.

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