Fátima Chávez Alcaraz

Menos Redes sociales Más Res pública

Menos Redes sociales Más Res pública El bullicio de las redes sociales se ha esparcido, el silencio no existe, emitir una opinión y tener múltiples lectores es tan fácil como aperturar una cuenta de Facebook y responder a la pregunta: “¿qué estas pensando?” Ser individuo público constituye un acto tan simple como elegir una opción de privacidad. A partir de ese momento cada comentario, fotografía u opinión se vuelve “cosa pública”; y un debate a distancia o contactar celebridades, es más asequible que saludar a tu vecino.En esta efervescencia de lo público, los “usuarios” se ven tentados a comentar sobre temas que les producen interés, incluyendo comentarios políticos que dejan ver su inconformidadante genuinas deficiencias en las acciones públicas.Emitir una opinión en redes sociales, constituye un ámbito más de la libre expresión. Algunos analistas han señalado a las redes sociales como un riesgo para la democracia por la influencia que pueden ejercer sobre los usuarios de las redes en tiempos electorales. Al margen de este debate, lo cierto es, que las redes sociales se han convertido en una poderosa tribuna que puede llegar a audiencias nunca imaginadas,“viralizar” algún comentario, y darle categoría de “trending topic” en cuestión de minutos. Esto sin duda puede llegar a impactar el ámbito público tradicional. En la antigua Roma “Res pública” se refería a lo que concierne a todos, lo que excluye lo privado, el planteamiento de lo público, surge desde el ámbito del Estado que alberga y representa los intereses de todos.La vorágine de comentarios en redes sociales, es un arma de doble filo. Si bien es un reto para aquellos que están en la toma de decisiones públicas, también una gran oportunidad de escuchar los intereses genuinos de los ciudadanos. Aprovechar este espacio virtual como un medio para disminuir la brecha entre las opiniones ciudadanas y las acciones de los mandatarios nos puede conducir a una construcción de gran valor.El desafío está en saber aprovechar este canal a beneficio de lo público. Saber discernir entre aquellas expresiones, que a todas luces, solo buscan un momento de protagonismo y que actúan en detrimento de lo público, abanderando causas personales lejanas a construir un bienestar común. Numerosos estudios han cuestionado cómo generar cercanía entre el ciudadano y el mandatario, eliminar la brecha de comunicación entre ambos y trascender el voto como el único canal de representación ciudadana. Las redes sociales puede ser un ámbito de proximidad, que si es aprovechado adecuadamente, podría contribuir en la construcción de políticas públicas más representativas, que tanta falta hacen, especialmente a nivel local y municipal, donde el término es muy utilizado, y pocas veces materializado, más allá de programas hechos al vapor y a la creatividad del funcionario en turno.
Claudia Islas Torres

El conectivismo en tiempos del COVID-19

El conectivismo en tiempos del COVID-19 Claudia Islas Torres   Tepatitlán de Morelos, Jalisco; México. El inicio del año 2020 fue diferente para todos los habitantes de este planeta, en los últimos días del 2019 se escuchaba o leía la noticia respecto a la aparición de un virus (COVID-19) que había afectado a varias personas en la ciudad de Wuhan, China, causándoles especialmente problemas respiratorios. Quien vive en un continente diferente al asiático, pudo pensar que ese fenómeno solo estaba sucediendo en aquella lejana región. Sin embargo, con el pasar de los días y el tránsito de personas de un lugar a otro, el virus empezó a propagarse exponencialmente por todo el mundo. Las autoridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtieron sobre la llegada de una posible pandemia, noticia que para algunos dirigentes de distintos países pareció algo exagerado o de poca credibilidad. Con el pasar de los días y al observarse la gravedad de la situación, los gobernantes de distintos países empezaron a tomar medidas de aislamiento y distanciamiento social, acción que inmediatamente impactó en el sistema educativo de cada región, así como en la industria, comercio y demás actividades que implicaban la aglomeración de personas. En el presente texto se hace énfasis principalmente en el ámbito educativo, en el que dicha decisión significó que en los diferentes niveles de todos los países se buscará una estrategia que ayudará a reducir el impacto de suspender las clases presenciales, optando por hacer uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) digitalizando las clases para adaptarlas a ambientes mediados por tecnologías y para los cuales ni todos los docentes, ni todos los estudiantes estaban preparados competencialmente. En este sentido, se observó cómo de un día para otro los hogares se convirtieron en lugares de teletrabajo, de aulas de clase, de convivencia y demás actividades a las que los habitantes de los mismos habían sido forzados a realizar en un mismo espacio. Escenario que dio pie a que los estudiantes desde formación básica hasta universitaria o posgrado utilizaran internet, dispositivos móviles, computadoras, aplicaciones, sistemas administradores de aprendizaje, salas de videoconferencias, entre muchas otras herramientas que las redes proveen. Por lo anterior se alude al conectivismo (Siemens y Downes, 2004) como una disciplina que puede ayudar a explicar lo que sucede en los procesos formativos de los individuos, en el entendido de que éste surge como un marco alternativo a las anteriores teorías del aprendizaje que no previeron la aparición de las tecnologías y las conexiones en red. El conectivismo enfatiza al aprendizaje social y los entornos de cambio difusos donde los individuos no controlan completamente su proceso de aprendizaje. Está disciplina toma como punto de partida la sociedad digital conectada, postula la creciente conectividad, inmediatez a la información, importancia de la infraestructura por la que transita, la socialización global y los mundos virtual y físico desdibujados por la ubicuidad que existe (Sagar, 2014). Esta situación plantea que los procesos de aprendizaje se renuevan considerando que el conocimiento reside en las redes y el aprendizaje ocurre en ellas cuando se participa. Bajo estos supuestos y la realidad emergente que se vive a raíz del COVID-19, se diría que el conectivismo explica el aprendizaje actual, aludiendo a las relaciones que se construyen a través de la mediación tecnológica y la progresión de la generación de conocimiento; los estudiantes aprenden cuando recrean las conexiones que realizan, basándose en la externalización del conocimiento. En este sentido, las redes manejan el excedente de información que se genera y, por tanto, se convierten en una memoria viva, donde se deposita el conocimiento y se accede a él cuando se necesita. Según el conectivismo, las redes se conforman por los nodos que las constituyen, que son entidades externas que pueden utilizarse para formar un entramado y estos a su vez ser comunidades de aprendizaje, personas, organizaciones, bibliotecas, sitios web, libros, revistas, bases de datos, blogs, wikis, podcast, etiquetas y marcadores sociales o cualquier aplicación o herramienta a la que se accede, es por ello que desde esta disciplina se dice que se aprende desde la participación en las redes, con información actual, construcción de relaciones, diversidad de perspectivas, interacción síncrona o asíncrona, etcétera; que pueden observarse en sitios tan comunes como: Facebook, WhatsApp, Wikis, YouTube, Instagram, entre otros. Así, los estudiantes desarrollan sus potenciales en la sociedad conectada a la que cada individuo accede teniendo paso a nubes de conexiones de forma ubicua. El aprender entre nubes de conocimiento significa que éste se construye con el trabajo de otros, lo que permite innovar y desarrollar rápidamente ideas y conceptos; por su parte la tecnología de las redes hace que lo importante se distribuya por diversos conductos, generando una distribución que permite acrecentar el acervo personal a partir de la interiorización, y una vez aprehendidos esos conocimientos se está en posibilidad de utilizarlos, de ponerlos en práctica o de actuar sobre él.   Ante los supuestos mencionados, puede inferirse que, en su mayoría, los estudiantes están aprendiendo entre nubes, potenciando o en su defecto desarrollando habilidades digitales con las que ya contaban, pero ahora sumándole la variable aprendizaje, porque es sabido que el ser diestro en el uso de tecnologías no necesariamente garantiza ser atogestivo y por ende aprender. Pero ante esta disciplina que explica el aprendizaje en red y que se adecua a los momentos de pandemia en que se vive, cabe preguntar ¿qué sucede con aquellos que no tienen acceso a la conectividad y por consecuencia a aprender entre nubes? Ante la situación que se vive la educación a distancia adquirió una relevancia que quizás nunca había tenido porque salvo el hecho de que no podían estar en un mismo espacio los profesores y los estudiantes, sin embargo, este auge también ha dejado entrever que no todo el mundo está preparado para aprender entre nubes. Es común encontrar post, notas, blogs, twits, y algunos artículos, entre otros; donde se habla de la brecha que se está marcando entre quienes sí tienen
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